A veces necesitamos estar rotos para convertirnos en nuestra mejor versión
Nuestra mejor versión… Solo cuando la forjamos sabemos de sus costos.
Atravesar momentos que sentimos que nos consumen energía vital en cantidades que parecen exceder la que efectivamente poseemos, algunas veces nos puede hacer pensar que no saldremos de allí, al menos no en una sola pieza.
Y justo allí radica ese potenciador de transformaciones, sí, definitivamente uno puede cambiar a través de muchas vías. Pero la que deja en nosotros cambios más profundos, es la vía que nos voltea de cabeza, nos sacude y muchas veces nos deja en pedazos.
En medio de la situación que nos está quebrando muchas veces no somos capaces de percatarnos de lo que ocurre en nuestro interior. Empleamos todos nuestros recursos en salir de allí. Algunas veces pasamos por muchas etapas antes de quedar fuera en esa especie de carrusel del terror. Pero ya una vez que tenemos un pie en lo que consideramos tierra firme, comenzamos a estrenar una nueva versión repotenciada de nosotros mismos.
Siempre podemos rescatar la oportunidad
Generalmente las crisis nos ofrecen la oportunidad de conocernos a nosotros mismos un tanto más, de explorar en nuestro interior, para reconocer una serie de cualidades que quizás siempre estuvieron allí, pero nunca antes habíamos tenido oportunidad de manifestarlas.
Puede que no podamos controlar lo que nos pasa, pero podemos controlar lo que ocurre en nuestro interior. -Benjamin Franklin
Ciertamente si nos ponen a escoger, la mayoría se iría por la vía más larga y quizás menos efectiva en pro de generar crecimiento, todo lo que duela debe ser evitado. Y evidentemente el quedar rotos, el tener que recoger nuestros pedazos y pegarlos uno a uno, mientras aún no tenemos ni claro qué fue lo que nos ocurrió, duele y mucho.
Sin embargo, a veces, quizás por nuestros planes de alma, no debemos irnos de este plano, sin recorrer un determinado trayecto y el cómo nos marque ese camino será parte de una decisión trascendental para nosotros.
Evitemos el traje de víctimas
Si salimos de allí a colocarnos nuestro traje de lujo de víctimas, esperando la lástima y la consideración de los demás por lo que nos ocurrió, pues resultará conveniente prepararnos para experiencias en donde abunden nuestros victimarios.
Debemos aprender de lo que nos ocurre, responsabilizarnos de lo que hemos vivido, no para auto-flagelarnos, sino para aprender, para crecer, para cambiar nuestra forma de ver la vida o inclusive de vivirla… Pero eso debe ser un resorte para impulsarnos lejos de allí, no un ancla pesada con la que cargaremos siempre y no nos permitirá alejarnos demasiado de lo que tiene el potencial de seguir doliéndonos.
Evita reparar la materia
Así como fuimos fuertes, creativos, resilientes para salir de una situación, así mismo debemos serlo para desligarnos de ella. Las clases de la vida deben tomarse una sola vez, las repeticiones hacen incluso más daño, que las primeras veces.
Toma esa versión mejorada y repotenciada que has logrado hacer con todos tus pedazos, pero no te quedes encariñado con la sensación de héroe que implica el haber vencido, ni te dejes cautivar por el afecto que encierra la empatía ante el que sufre.
Es tentador, los peores momentos alejan a muchas personas, pero también acercan a otras que consideramos claves en nuestra existencia, pero es necesario saber que quien bien nos quiere lo hará incluso cuando nos hayamos terminado de reconstruir y nos mostremos fuertes, triunfantes y con capacidad para seguir saboreando el mundo, de hecho las personas indicadas, muchas veces estarán allí para disfrutar de nuestra versión repotenciada.
Y al final agradecemos lo fuerte que nos hicimos
No sabemos lo fuertes que somos, hasta que ser fuertes es nuestra única alternativa… Tenemos una fuente de recursos que solo conoceremos al necesitarlos. Las crisis son una buena oportunidad para abrir ese abanico de posibilidades y sumarnos muchas herramientas que quedarán con nosotros como recompensa de haber ganado una batalla.
Y no importa en la fase en la cual te encuentres, tener en cuenta que todo pasa, nos ayuda a llevar con paciencia los momentos turbulentos y a disfrutar de los que nos hace sonreír el alma.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com