Cuando te dedicas a ti, no te queda tiempo de criticar la vida de otros

Cuando te dedicas a ti, no te queda tiempo de criticar la vida de otros
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Es mucho más sencillo ver hacia afuera, que ver hacia adentro, por eso a muchísimas personas se les va el tiempo de sus vidas en criticar y juzgar a los demás, a veces sin darse cuenta de que tienen tanto, pero tanto que mejorar en sus vidas, que no les rendiría el tiempo si se dedicaran a hacer ambas cosas, entrometerse en la vida de otros y realizar los cambios necesarios en sus vidas que le permitan mejorar.

Cada quien es como es

Que no nos quite el sueño, ni siquiera un minuto de nuestras vidas el ponernos a pensar cómo es otro, al menos no para criticarlo. Si se trata de alguien que nos está inspirando para algo productivo, porque es una persona que admiramos y de alguna manera buscamos seguir algunos de sus pasos, pues no está mal observarle, ni es desperdiciado el tiempo.

Pero si solo es para juzgar, para pretender que sabemos cómo hacer las cosas mejor que alguien o para llevarlo a menos delante de alguien, entendamos que es lo menos fructífero que podemos hacer. Ese tiempo no lo vamos a recuperar, ni nuestras críticas garantizan que la otra persona lo haga diferente, ni nosotros nos vamos a sentir mejor luego de hacerlas.

Cada quien es como es y eso lo debemos aceptar, evidentemente cuando no está nuestra integridad afectada de alguna manera por lo que hagan los demás. Pero como la mayoría de las veces criticamos por capricho, porque no es algo que nos afecte, ni con lo que tengamos pensado colaborar. Podemos limitarnos a respetar la manera de los demás y permitir que cada quien viva, se desenvuelva y se desarrolle como quiera o pueda. Si realmente queremos ayudar a alguien no lo hagamos a través de la crítica, busquemos un mecanismo más respetuoso y considerado con los demás.

Centrarnos en nuestras vidas

El centrarnos en nuestras vidas nos abre un abanico de posibilidades, nos permite observarnos, incluso cuando nos vemos tentados a criticar a alguien más, podemos tomar un espejo y mirar que exactamente eso que no nos gusta, que creemos poder hacerlo mejor, que rechazamos, es una oportunidad perfecta de mirarnos a través del otro y trabajar aquello que vemos en esa persona y en nosotros nos cuesta.

Si nos dedicamos a crecer, a formar una versión de nosotros en algo mejor que nuestra versión del día anterior, de seguro no vamos a querer perder tiempo mirando la vida de los demás. Nuestro mundo interno es tan extenso, hay tanto que aprender y que descubrir de nosotros mismos, que si nos dedicamos a ello, nos parecerá un verdadero desperdicio el enfocarnos en la vida de alguien más.

Mirar adentro

A veces nos da miedo mirar adentro, porque podemos ser más desconocidos ante nuestros ojos, que cualquier otra persona que podamos mirar y puede que no estemos preparados para tanto brillo, para tanto talento, que escondemos tras cada excusa. Así como puede que no estemos preparados para ver nuestro lado oscuro, ése que quizás es más sencillo para otros criticar, que nosotros poder ver para mejorar.

Aprendamos a vernos con amabilidad. Veámonos con intenciones de ajustar lo que esté en nuestras manos. Porque estamos en un proceso de cambio y de evolución constante y que merece toda nuestra atención. Procuremos convertirnos en mejores seres, pero sin ser crueles con nosotros mismos, porque aun cuando el diálogo sea interno, todos merecemos el mejor trato y los ojos más amorosos para observar y más aún si vamos a emitir algún juicio, no se trata de destruirnos, sino de aceptarnos y desde el amor, buscar las oportunidades de mejora.

Por: Sara Espejo – Reencontrate


Sara Espejo