Ama a tus hijos sin miedo a malcriarlos

Ama a tus hijos sin miedo a malcriarlos
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Muchas personas defienden la teoría de que el amor malcría, que a los niños hay que dosificarles el afecto, los brazos, la atención, porque se pueden malcriar con todo esto.

Lo cierto es que lo que da paso a niños malcriados es lo contrario a la demostración de amor y de atención que podamos tener con los pequeños.

El amor cultiva lo mejor en los seres humanos

El amor da paso a seres seguros de sí mismos, que aprenden sin traumas a gestionar y canalizar sus emociones, que logran hacerse entender a través de la mejor manera que pueden, confiados en que tiene el respaldo de los seres que más los aman y los cuidan como guía para cada paso y como soporte en caso de algún tropiezo.

No te preocupes por amar demás a tu hijo, nunca es demasiado, eso no lo va a malcriar, eso lo va a hacer crecer libre de miedos o al menos lo ayudará a afrontarlos con valentía. El tiempo pasa realmente rápido y el cargarlo cada vez que llora, el acompañarlo hasta que se duerma, el preparar su compota preferida, en menos tiempo del que podemos pensarlo, ya se convierte en un recuerdo y no tendremos más chance de llevarlo a nuestra cama a dormir abrazados, ni leerle ese cuento por décima quinta vez, ni de arrullarlo con alguna canción… Simplemente ya no lo necesitará o peor ya no lo querrá.

El amor no malcría, el amor da herramientas, da pilares, ofrece valores, también ofrece límites, no esos basados en el autoritarismo, ni que pretenden criar robots o seres sumisos que agachen la mirada y se queden como momias ante una ceja levantada. No aquellos límites que buscan criar en base al miedo, sino los que nos protegen y dan directrices para evitar los caminos inadecuados.

Amar nos arroja el mejor resultado

Debemos amar sin miedo a hacerlo de más, porque como padres tenemos muchos riesgos de equivocarnos, pero si algo nos ofrece cierta garantía de que vamos por buen camino es amar, con la certeza de que es el mejor alimento con el que podemos nutrirle. No tenemos un manual de instrucciones, pero tenemos nuestra intuición, el instinto de madre o de padre, que nos lleva corriendo a auxiliar al niño en caso de llanto, que nos hace desvelarnos ante cualquier quebranto y nos impulsa a dar lo mejor en la vida para ser un buen ejemplo y ofrecerle las mejores opciones.

Los hijos pueden ser los perores jueces de sus padres, los más duros y hasta injustos, podemos darle mil motivos para cuestionar lo que hicimos o dejamos de hacer, pero que al menos no sientan que fuimos mezquinos en nuestro amor. Recordemos que no basta con amar, nuestras acciones y el procurar las vías para demostrar ese sentimiento deben estar presentes.

Aprendiendo con los hijos

Cada etapa con los hijos tiene su encanto, pero también sus retos y sobre todo aprendizajes, mientras más amor inyectemos en cada fase, mejores resultados vamos a obtener, tanto nosotros como padres, como los hijos.

Un niño que crece en el marco del amor y el respeto, será un adulto capaz de amar, capaz de establecer vínculos afectivos sanos fundamentados en el respeto y el afecto y tendrá menos heridas que sanar, ésas que normalmente se presentan por la percepción de los niños de que no recibieron suficiente afecto y que los hizo desarrollar algunas conductas para llamar la atención y demandar afecto. Conductas que normalmente se potencian en el tiempo y dan paso a muchos de los problemas que se presentan en las relaciones interpersonales.

Así que si realmente quieres obtener los mejores resultados en tu crianza, ama a tu hijo sin dosificarlo, ama con lo que te dé el corazón, que para eso es… el amor no va a malcriar a ningún niño… el desamor sí.

Por: Sara Espejo – Reencontrate


Sara Espejo