Cuando tenemos hijos, los días pueden hacerse largos, pero los  años muy cortos

Cuando tenemos hijos, los días pueden hacerse largos, pero los  años muy cortos
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No importa si tu hijo tiene uno, seis o doce años, la sensación es la misma. De cerca vemos que se nos pueden hacer los días muy largos, con mil labores, pero cuando nos alejamos, vemos como el tiempo vuela y no podemos de ninguna manera pausarlo o detenerlo.

Los  hijos dejan de ser niños tan pronto, todo pasa tan rápido. Dígame esos primeros meses en los cuales apenas podemos dormir, que nos despierta el llanto de un bebé cada dos horas, que ese pequeño solo se calma cuando nos tiene cerca y le alimentamos. Esos días parecen no tener fin, pero en el momento que menos pensamos ya ocurrieron, ya no están, el niño ya duerme sus ocho horas seguidas y quizás ya en su cuarto, en su cuna…

Y ni cuenta nos dimos, estuvimos tan atareados con la dinámica diaria, con nuestro cansancio, con nuestras hormonas, tratando de ajustar todo lo que parece haberse salido del carril, que quizás no pudimos ni siquiera disfrutarlo a plenitud. Y eso es solo una muestra de lo que viene…

El tiempo pasa para todos

Sí, el tiempo pasa igual para todos, pero en los niños lo sentimos más porque cambian mucho en cortos períodos de tiempo, tienen grandes avances de un año a otro, los vemos gatear, luego en nada ya caminan, corren… Nos hablan de los “terribles dos”, cuando lo más terrible es que pasen tan rápido, comienzan en los maternales, los preescolares y los años comienzan a no tener tregua… de un acto, al otro, de un grado al siguiente, las camisetas cambiando de colores, así como sus caritas.

Sus cachetes… su cachetes se espichan, esas vocecitas aguditas van cambiando y también las preguntas que hacen, la necesidad de sus padres, de su presencia, de ser ellos sus personas preferidas para jugar. Los dibujos animados cambian, las series, las películas, los canales que ven… Todo va acorde a sus edades. Los pequeños pronto dejan de ser pequeños.

Ellos quieren crecer pronto y uno trata de alertarles: disfruta tu niñez, mientras intentamos cargarlos con la espalda susurrando que ya no son 15 kg. Y aun cuando tenemos momentos de lucidez, en donde decimos voy a jugar más con él, le leeré cuentos todas las noches, voy a llegar más temprano a casa para compartir más, normalmente caemos en una absorbente dinámica en la que no nos permitimos dedicarles tanto tiempo y cuando venimos a ver… ya crecieron.

Aprovechar cada día

Sí, crecieron, son adolescentes o son adultos, se van de casa a estudiar, se van a recorrer el mundo y más nos vale tener nuestro plan bien montado para cuando eso pase, porque en todo caso el vacío se hará notar, se hará sentir, aun cuando compartiéramos poco, no es lo mismo verlos de a ratos, regañarlos por dejar algo tirado, hablar con ellos, traerles su comida preferida, tenerlos en casa, que acostumbrarnos a su ausencia.

Debemos aprovechar cada día con esos pequeños que se apresuran en crecer, que nos recuerdan qué fugaz es la vida y que el tiempo no puede dar marcha atrás. Tratemos de llenar de amor a nuestros hijos, de presencia, de herramientas, de amor por la vida, cuando son unas esponjitas, porque será ese amor, será eso que le inculquemos en su niñez, lo que determinará mucho de él.

Procuremos criar a nuestros hijos de forma tal que en su edad adulta, no tengan que reparar las heridas de nuestros errores, sino que por el contrario se sientan felices y orgullosos de sus padres, porque siempre les dimos lo mejor que pudimos, atendiendo con amor sus necesidades cambiantes de acuerdo sus edades, necesidades que en su mayoría incluso desaparecen. Ellos siempre serán nuestros hijos, pero durante muy poco serán niños, aprovechemos esa hermosa pero fugaz etapa.

Imágenes cortesía de: Claudia Tremblay

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo

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