¿Cuánto valen los abrazos que no nos podemos dar?

¿Cuánto valen los abrazos que no nos podemos dar?
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Lecciones de una pandemia

Lo que estamos atravesando podemos verlo de múltiples maneras, desde el drama y la frustración o desde la confianza y la esperanza.

Sí, es cierto que nadie nos devolverá este tiempo en el que hemos dejado de abrazarnos, será un tiempo en el que predominará la ausencia y la distancia, pero ello no significa que no sea el amor el que esté saliendo fortalecido en todo esto.

Cada quien lo vive a su manera

Cada uno se encuentra en un situación particular, algunos están contagiados, esperando que su cuerpo evolucione de la mejor manera, otros, están completamente solos, otros con sus familias o algún tipo de compañía, en este grupo, algunos pasándola bien y otros pensando que no hay virus que valga tal experiencia.

Lo cierto es que estamos aprendiendo a conocernos a nosotros mismos, transitando por lugares en nuestro interior que jamás habíamos tocado. Estamos compartiendo en familia como quizás nunca antes lo hicimos. Estamos cambiando, en especial nuestra manera de ver las cosas y de valorar a los demás.

El cariño, el afecto que hasta hace nada demostrábamos, hoy se convierte en un lujo y aun desde la actitud más calmada que podemos tener en esta situación, algo en nosotros tiende a extrañar, a extrañar un lugar, una experiencia, una mirada, una caricia… Incluso experiencias superficiales como arreglarnos o ir a la peluquería… Es la libertad lo que más extrañamos, el poder abrazar si así queremos, el poder transitar si lo consideramos oportuno, el decidir por nosotros mismos.

No es sencillo, pero aquí vamos, haciendo lo mejor que podemos como siempre,  algunos con mejor actitud que otros, pero todos juntos, más juntos de lo que jamás habíamos estado quizás como humanidad, con un pensamiento común, que me gustaría que fuese el amor, la luz, la paz y no un virus… Pero ya el hecho de estar unidos por una causa, por procurar sobrevivir, por evitar enfermarnos no solo por nosotros, sino por nuestros seres amados, por los que apreciamos o simplemente existen y merecen que hagamos lo necesario, nos coloca en una posición de ventaja con respecto a lo que solíamos ser.

¿Qué pasará el día mañana?

Pues ojalá no volvamos a lo de siempre, ojalá esta experiencia nos marque de manera sustancial y nos permita transitar por este planeta de una manera diferente. Sabiéndonos vulnerables ante la naturaleza y no respetarla por miedo, sino por amor.

Ojalá no se nos pase la fiebre de demostrar afecto, no se nos quite el impulso de ir por nuestros sueños. Ojalá este tiempo nos haga mejores, no que otro ser humano, sino mejores que nosotros mismos antes de todo esto. Que podamos entender quiénes somos y cuáles son las principales necesidades que tenemos. Esperemos que la solidaridad no se pierda y lo mejor que ha salido de nosotros se mantenga y esos brotes de egoísmo que han salido ante la presión, no sean más que situaciones aisladas de personas también en evolución en el camino del amor.

Que esto nos deje las herramientas necesarias para reinventarnos las veces necesarias. Entendiendo que si nuestra familia está bien, mientras tengamos vida, mientras podamos amarnos y cuidarnos, inclusive en la distancia, todo lo demás que creíamos súper importante e impostergable, pierde valor.

Esperemos que nunca se nos olvide apreciar cada lugar nuevo que conozcamos, cada abrazo que demos, las manos que estrechemos… Que aprendamos a vivir sin miedo, sin recelo nuevamente y estemos alineados con crear una nueva realidad, con las cosas realmente importantes al inicio de la lista.

Esos abrazos que no nos podemos dar, son parte del precio que estamos pagando por la posibilidad de convertirnos en una nueva y mejor humanidad.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo

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