Me separé de un buen hombre
Es fácil mirar desde afuera y pensar, incluso llegar a opinar: ella se separó de un buen hombre… De seguro ella era la conflictiva, porque él siempre fue un buen partido. Más cuando lo ves tan carismático, tan caballero, tan afanado por hacer las cosas bien…
Si no hubiese estado en esa casa, si no hubiese sido yo la protagonista de esa historia que comenzó como un hermoso cuento de amor y terminó con un “afortunadamente podemos contarlo”, también estaría del lado de quienes piensas: sí definitivamente ella con esa cara larga, con esa actitud retadora, seguramente fue quien generó esa ruptura, porque él, él se ve un muy buen hombre.
Pero obviamente sé que mi mal humor escondía mi tristeza y reflejaba mi frustración, que ya el dolor no me cabía en el cuerpo y se estaba apoderando de mi alma. Mis ojos lloraban a diario ante el maltrato constante y sostenido, ante las descalificaciones, ante las humillaciones, ante el no entender por qué pasaba aquello, ni saber cómo resolverlo.
Pasé de ser una mujer segura de mí, decidida, orgullosa de mis pasos, de mis orígenes y de mis decisiones, a sentir pena de mostrarme, miedo a equivocarme, terror a no darle ningún arma que usara en mi contra. Pasé de llevar siempre una sonrisa en mi rostro, a tener que esconder continuamente mis lágrimas.
Durmiendo con el enemigo
El dormir con el enemigo no solo pasa en una película, pasa a quienes jamás nos imaginamos vivir una historia así. El saber que cualquier cosa que digas o hagas va a ser criticada, que no vas a recibir nunca más una caricia sincera, una palabra bonita, un abrazo reconfortante, en aquello que llamas tu hogar, que se vuelve el último lugar al que quieres regresar, te hace replantear tus proyectos, mientras te sientes absolutamente sola e impotente.
Lo ves desenvolverse delante de los demás y no sabes si internarte en un centro psiquiátrico o internarlo a él. Es tan dulce, es tan atento, es tan lo que te hizo enamorarte un día de él… Pero te das cuenta prontamente de que no es que las cosas han cambiado y se han tornado como eran en un principio… Porque ante la ausencia del público, el actor deja caer su careta.
Claro que puede ser llamado un buen hombre… Si solo necesitas que lo sea por un corto período de tiempo o si lo que necesitas es un modelo para filmar un comercial.
Si lo has hecho todo, puedes marcharte en paz
Aun cuando hice lo posible por encontrar en esa persona que convivía conmigo a quien había elegido para mi compañero de vida dentro de ese ser que me maltrataba incesantemente… No pude continuar y una vez más le pedí que saliera de mi vida, pero esta vez con la convicción y la voluntad requeridas por el caso.
No puedo decir que nunca más lo extrañé, aunque en realidad lo único que me daba nostalgia es lo que pudimos haber sido y no fuimos, porque lo que en realidad ocurrió pude habérmelo ahorrado, con todo y la lección.
Nadie que te robe tu energía vital, tus ganas de amar y tu sonrisa… especialmente tu sonrisa debe permanecer a tu lado. Mientras más rápido marques distancia, mejor será para todos.
Es mejor no opinar…
Ahora nunca opino de ninguna relación, aunque mis ojos aprendieron a empatizar con la tristeza y la detecto con facilidad, incluso aquella que se esconde tras contagiosas carcajadas. El término “buen hombre”, quedó inutilizado para mí. Reconozco que todos tenemos una parte de bondad y una parte de maldad.
Lamentablemente a mí me tocó un “buen hombre” con una parte de bondad que solo salía a la luz ante los espectadores… Y su parte de maldad robó mucho de mí.
Mi actitud retadora solo era una manera de decirle no importa lo que hagas, no podrás conmigo, pero por dentro me iba quebrando… Y me di cuenta más pronto que tarde que ya nada justificaba el estar allí, porque incluso todo el amor que me llevó a estar allí, había muerto, como una parte de mí, que nunca pude recuperar.
Pero aquí estoy, tratando de que el mundo entienda que pueden ser cosas muy diferentes lo que se muestra y lo que se es.
Protege tu esencia de todo el que pretenda dañarte y siempre apuesta por el amor bonito, que nutre, que cuida y acaricia el alma, porque hay al menos uno para cada quien… Yo ya tengo el mío.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com