Nada forzado fluye bien… Ni siquiera el olvido

Nada forzado fluye bien… Ni siquiera el olvido
Comparte

Ciertamente hay cosas que quisiéramos sacar de nuestra mente de manera radical, que para nuestra mente y nuestro corazón, esa experiencia jamás hubiese existido, incluso sacrificando el posible aprendizaje que hayamos obtenido… Pero las cosas por fortuna o por desgracia, no funcionan de esa manera.

Todo lleva consigo un proceso, incluyendo el olvido, que muchísimas veces, ni siquiera lo podemos experimentar. Recordamos aquello que queremos olvida con mucho más detalle de lo que quisiésemos tener fresco en nuestra memoria. Y el forzarnos a olvidar, solo nos trae al presente una y otra vez, eso del pasado que quizás nos duela pensar.

No nos castiguemos por no poder controlar algo que no está en nuestras manos. La mente tiene una manera de trabajar que aun para nosotros resulta enigmática. Lo que sabemos es que mientras menos queremos pensar en algo, más lo haremos.

Así que podemos recurrir a algunas técnicas para evitar engancharnos en una cadena de pensamientos que nos pueda generar sufrimiento y sabotearnos nuestro presente. Pero para ello tenemos que estar muy dispuestos a estar atentos y no desviarnos de la meta. No como si quisiésemos comandar un pelotón del ejército, sino como si estuviésemos ayudando a un niño a aprender algo, con paciencia y con amor.

Aprendamos a fluir y a darnos tiempo

A veces queremos enterrar algo y no volver a pensar en ello, pretendiendo que será un proceso inmediato. Pero las cosas llevan su tiempo, ciertamente podemos colaborarnos, pero no podemos forzar nada. Porque al forzar generamos resistencia, entramos en una lucha y es allí donde aquello que queremos olvidar toma protagonismo y dice: ¿Sabes qué? ¡De aquí no me saca nadie! Y así ocurre… Aquello en lo cual no queremos pensar se convierte en nuestro primer pensamiento del día y nuestro último pensamiento de la noche. Haciendo presencia múltiples veces durante el transcurrir de nuestro día.

Tengamos paciencia, démosle tiempo al tiempo, si un pensamiento asociado a nuestro conflicto viene a la mente digamos algo como: Dejo esto en manos del Universo. Suelto y confío. Todo se resuelve en armonía. Todo se resuelve para mi mayor bien… O cualquier cosa que para ti tenga sentido.

Sé que es complicado soltar el control, pero debemos entender que no tenemos el control adoptando un hecho, una persona o una situación a lo que nos dé la mente para pensarle. Esa situación es la que se apodera de nuestros pensamientos y es la que lleva el control. Le damos más y más cabida, le hacemos más y más grande el efecto en nosotros.

Soltemos lo que duele

Soltar a veces es la única manera de recobrar el control, no sobre la situación como tal, sino sobre lo que permitimos que habite en nuestras mentes y esto es lo que nos conecta con nuestro bienestar o nos aleja de él.

Un problema agota por el tiempo que lo tenemos rondando en la mente. Cuando no sabemos desprendernos de él. Cuando todo lo demás que ocurre lo vemos insignificante o no le prestamos atención.

A veces tenemos rompemos con alguien y podemos estar pensando todo el día en aquello y no durante un día, sino durante muchos días. Podemos trabajar, comer, bañarnos, acostarnos, con ese tema rondando nuestra mente, no lo estamos mejorando, estamos enganchados a una situación que nos genera incomodidad.

Y así como cuando una sustancia adictiva entra a nuestro organismo y necesitamos consumirla. Nuestro cuerpo se acostumbra a la química que segregamos ante determinados pensamientos y de una manera u otra buscamos traerlos de vuelta para sentir esas sensaciones a las que nos hemos acostumbrado, incluso siendo estas desagradables.

Procuremos inyectarnos de cosas que amamos hacer, compartir con personas que nos nutran con su conversación, evitando tomar el tema que queremos olvidar. Tratemos de confiar en el proceso de la vida y soltemos, todo está bien, no es necesario forzar nada… Todo va a llegar incluso más pronto si no lo forzamos…

Piensa en ese reloj de arena… No importa cuánto lo sacudas, no vas a hacer que ningún gran caiga antes.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo