Un día te das cuenta de que la vida no te exigía tanto
Y mejor para ti si ese día de iluminación ocurre en un momento temprano de tu vida…
Normalmente reflexionamos sobre esto cuando ya ha pasado mucho tiempo, cuando tenemos la suficiente experiencia y vivencias acumuladas como para decir con propiedad que tomamos el camino con la pendiente más inclinada.
Nos hacen creer, porque la humanidad tiene mucho tiempo siguiendo una misma curva que debemos ir cumpliendo una serie de metas en el camino, que ni siquiera hemos escogido nosotros, sino que responden a ese patrón creado y que seguimos repitiendo.
La vida no debe ser complicada
La vida de hecho debería ser algo manejado de una manera bien diferente a como normalmente lo hacemos. Vivimos con prisa, detrás de cosas en las que depositamos la felicidad y a medida que las vamos alcanzando, notamos que no está allí la tan buscada felicidad y nos volvemos a mentir, diciéndonos que está en la siguiente meta, en el próximo paso, en la victoria de la próxima batalla.
Pero como sabemos, aunque no nos sirva de mucho, la felicidad no se encuentra allí, en esas cosas, en esas metas, en esos pasos… La felicidad está en disfrutar del momento presente, que es lo único que tenemos, de ése del cual escapamos continuamente, para luego de un tiempo, colocar la felicidad en un estado pasado, que ni siquiera notamos… Con un lamentable: “éramos felices y no lo sabíamos.”
La vida no te exige nada, la vida es para disfrutarla, para agradecer cada día que tenemos, para respirar, para conocer, para amar, para entregarnos, para conocernos y explorar todo lo que podemos dar, sentir, hacer, ser… la vida es una cantidad de días con una nota que dice: haz lo que quieras con ellos… no sabemos cuántos días serán, pero aun la duda, no nos hace cambiar el esquema de cómo normalmente vivimos y la mayoría de las veces desperdiciamos la gran mayoría de las horas de esos días en actividades que pertenecen al plan que alguien más trazó por nosotros y no hemos sabido zafarnos de él.
Sincérate contigo
Pregúntate si lo que haces te llena, te gusta, te apasiona, cuestiona si demuestras el amor que sientes por afectos, si pasas suficiente tiempo con ellos, si lo que haces en tu día es realmente importante para ti y si te gustaría seguir haciéndolo.
No pasa nada si nos bajamos de un tren, es decir, sí pasa en nuestras vidas, quizás en las vidas sobre las cuales tenemos mayor influencia, pero ese tren seguirá su curso, el destino seguirá allí, solo que si nosotros decidimos por otra ruta, la que nos lleva a nosotros mismos, llegaremos al final del viaje satisfechos y no lamentándonos por cómo invertimos nuestro valioso tiempo.
Sí, sé que da miedo seguir sueños, desilusionar a los demás, equivocarnos, ir contra corriente… Pero créeme que más miedo da, sentir que la vida se acaba y que no le sacamos el mayor provecho, que nos exigimos un montón de cosas, en nombre de la vida, que la verdad no tenían tanta importancia, que nos cargamos de sacrificios, de deudas, de compromisos, de mentiras, para llegar a un punto que no representó mayor disfrute.
No confundamos términos, no nos engañemos, ni responsabilicemos a la vida que está dispuesta a darnos todo, por los pesos que montamos en nuestros hombros. Aprendamos a vivir lo mucho o poco que nos quede, esto es un regalo, este tiempo es un regalo, decide tú si le dedicas 18 horas al día a la oficina, 5 horas a redes sociales, 3 horas en la cena del vecino que ni siquiera te agrada… el tiempo es tuyo y la decisión de qué hacer con él es solo tuya. Nadie vivirá por ti.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú