A quien no sabe a dónde va, cualquier autobús le sirve

A quien no sabe a dónde va, cualquier autobús le sirve
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A veces no definimos con claridad qué es lo que queremos o a dónde queremos llegar y esa falta de visión hace que actuemos torpemente y vayamos arruinando nuestras relaciones a nuestro paso. A veces solo sentimos que buscamos algo, pero no nos preguntamos qué. Entonces podemos tener a alguien a nuestro lado con la capacidad de aportar un sinfín de cosas positivas a nuestras vidas y por no saber qué queremos, no podemos notarlo, solo sentimos esa infinita necesidad de búsqueda.

Y así lastimamos a quien está cerca, por buscar algo que no sabemos qué es… Como bien reza el dicho: A quien no sabe a dónde va, cualquier autobús le sirve. Vamos tomando uno y otro, sintiendo que no llegamos a destino y a veces teniendo esa sensación de que llegamos hace mucho, pero como no hay un norte, tampoco hay certeza.

Si ésa es la manera en la que escogemos vivir, en especial nuestras relaciones, pues está bien. El detalle está en que no lastimemos a quien se nos acerca con sus mejores intenciones. Debemos ser honestos y reconocer ante la otra persona que no tenemos plan, que no tenemos una visión y que no es conveniente para ella que nos incluya en sus planes, porque nuestra ausencia de destino es justamente nuestro plan.

Lo lastimoso de todo esto es que eso no llega a pactarse, ni a aclararse, sino que hay una niebla en el camino y un supuesto plan que puede ser ejecutado en conjunto, que permanentemente es saboteado por esa persona que no está clara del destino que quiere.

Y lamento comentarles que esto no siempre se solventa con la edad o con la experiencia. Podemos quedarnos la vida entera, si así queremos desperdiciarla, esperando que alguien aclare qué quiere para su vida.

Cada quien invierte su tiempo como quiere, pero el quedarnos junto a alguien que no sabe qué quiere, que no se ha encontrado a sí mismo y lo que predomina en su ser son las dudas y los caminos cruzados, la sensación de frustración por no poder tomar todos los caminos a la vez o la intolerancia ante quien rechace su manera de transitar, se ve desde lejos, una muy mala inversión de tiempo y de energía.

Asumimos que cada experiencia nos aporta algo. Pero también hay una cuenta de sustracciones en paralelo… Sí, podemos aprender, podemos crecer como seres humanos, podemos intentar aportar a la vida del otro, pero si en ello se nos va tiempo valioso, ilusiones, proyectos que no se llegarán a ejecutar, si dejamos pasar otras oportunidades por estar allí… Pues debemos sacar bien las cuentas y ver si efectivamente vale nuestra presencia y permanencia allí.

A veces nosotros no queremos aceptar que el otro no sabe lo que quiere o que aquello que quiere no somos nosotros, pero es preferible una desilusión temprana que una frustración sostenida, de parte y parte.

Definir lo que queremos, nos alinea con la capacidad que tenemos de alimentar, de fomentar, de vincularnos con alguien que quiera algo similar. Pero para ello, la otra persona también tiene que haber hecho su trabajo. A diferencia de los trabajos grupales del colegio, aquí cada quien hace su introducción, sus análisis preliminares, se descubre a sí mismo, genera sus hipótesis, decide a dónde quiere dirigir su vida y luego se puede terminar en equipo el resto en caso de que los nortes coincidan.

Así que si no tienes clara tu visión, te invito a estructurarla. No tiene que ser rígida, pero sí debe tener forma, para poder alimentarla y sobre todo, saber identificar lo que le encaja, lo que le suma y lo que es mejor mantener lejos. Esto mejorará todos los aspectos de tu vida y podrás recorrer tu vida con consciencia de estar acercándote o alejándote de donde quieres estar.

Por: Sara Espejo – Reencotrate.com


Sara Espejo