Cuarentena, momento de introspección y reflexión
¿Qué nos está pasando? ¿Qué es esto del coronavirus y la cuarentena? Además del confinamiento para no enfermarnos, veamos el lado amable. Es un buen momento de introspección y reflexión.
La cuarentena es una oportunidad para realizar actividades que no solemos hacer por tener otras prioridades. Cada vez tenemos menos tiempo para plantearnos si estamos contentos con lo que somos y con lo que hacemos.
Nos falta mirar un poco más hacia adentro y no tanto hacia afuera. Conocernos a nosotros mismos y reconocer que esta circunstancia nos ayudará a diseñar un mejor plan para lograr ser más felices.
Cuarentena
Hoy estamos atravesando una situación que hace que nos sintamos arrasados por un tsunami. Al comienzo no tomamos la real dimensión de lo que estaba sucediendo.
Con el correr de los días, comenzamos a sentir miedo. Algo interrumpió nuestra vida y nos desafía a cambiar nuestra rutina. Que el “estar en casa” no signifique solo “estar en casa”, sino elegir “cómo queremos estar”.
“El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males”. Leonard Cohen
Un poco de introspección
Si dirigimos la mirada hacia nuestro interior, tal vez nos demos cuenta de que cada vez tenemos menos tiempo para reflexionar. Estamos tan enfrascados en las pantallas que vamos dejando de observar otras cosas.
Esta situación no distingue razas ni clases sociales, no tiene favoritos. Tanto ricos como pobres, todos fuimos convocados a encerrarnos, cuidarnos y comprender, a pesar de todo.
Qué podemos cambiar
No es lo mismo para el que vive en familia con niños o el que vive solamente con su pareja o el que vive solo. Es el mismo confinamiento en distintas circunstancias.
Los que viven con otras personas, puede ser que se activen algunos conflictos pero entiendan, que todos estamos padeciendo la misma situación que ya de por sí, es bastante difícil e intensa.
Démosle lugar a la comprensión, tolerancia y paciencia, tanto con la pareja como con los niños y los adultos mayores. Es un buen momento para valorar lo que somos capaces de dar, conectándonos con los demás.
No tomar el aislamiento como un caos sino usarlo para buscar otras maneras de estar presentes para uno mismo y para los demás.
Reflexiones en cuarentena
Recuerdo que el silencio de los primeros días de este confinamiento me resultó impresionante. No se escuchaban niños ni autos ni buses. Entonces aprendí a escuchar el silencio.
Y luego, a ir identificando el canto de algún pájaro, el sonido del viento o algún perro lejano. Sentí los aromas del verano que no se quería ir. Vi los colores del otoño que se esforzaba por llegar.
Abro mis ventanas para cambiar de aire, dejo que entre el sol, me pongo con mis plantas, las cuido y “hago hijitos” de ellas, para regalar a mis vecinos. ¡Todos mis sentidos están activos!
Un día me senté muy quieta, comencé a respirar profundo y exhalar largo y lento (ejercicio de respiración) y empecé a observarme.
Qué hacer durante el aislamiento
- Particularmente, trabajo desde mi casa desde hace un par de años y confieso que en algún momento temí por mi adicción al encierro y trataba de obligarme a salir.
- Decidí mantener mi cuerpo activo para contrarrestar el sedentarismo del trabajo. Tomo clases de yoga y meditación, de chi kung, gimnasia y zumba, a través de distintas plataformas.
- Estudio italiano con la aplicación Duolingo, juego al Scrabble online y ahora estoy aprendiendo a tocar el ukelele gracias a mi hijo, que me lo envió de regalo por encomienda. ¡Mi mente también se mantiene activa!
- Escucho música todo el día mientras trabajo, y ahora incorporé en mi haber una lista de canciones con ukelele. Es una música muy alegre que me carga de energía cuando no estoy sentada trabajando.
- Dejé de ver “la caja boba”, solo veo alguna noticia para saber cómo va el mundo, mientras preparo el desayuno o almuerzo. Dejé de imponerme horarios, descanso cuando el cuerpo me lo pide, sin importar la hora.
- Hago lo que me place y dejé de ser complaciente, de hacer cosas por cumplido. Me cansé de falsedades, de palabras hipócritas de personas que, en definitiva, no me motivan. Me quedo con las verdaderas.
- Estoy muy cercana a mis hijos y nietos casi a diario, siempre atentos a mis necesidades, enterándome de cómo progresan los niños con sus tareas y viéndolos crecer en solo dos meses ¡al igual que la panza de mi nuera!
- Me mantengo en contacto con mis amigas más cercanas tratando de dar ánimo a quienes lo necesitan y compartir con ellas recetas de comida, de tejido y listas de películas.
- Todas las mañanas medito y todas las noches hago el mismo ritual: una copita de vino, chocolate negro, manta, sofá y Netflix. Tengo 68 años y aprendí a ser feliz aquí y ahora.
Y ustedes… ¿qué están haciendo en esta cuarentena?
Isabel Quesada – Reencontrate.com