Dejé de creerme una guerrera y muchas más victorias llegaron a mi vida

Dejé de creerme una guerrera y muchas más victorias llegaron a mi vida
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Nos acostumbran a que ser una mujer guerrera nos da un valor sin igual, nos hace sentir de alguna forma empoderadas y el solo pensarlo nos hace erguir la espalda y mirar el horizonte con otros ojos.

Sin embargo, no llegamos a entender el mensaje subliminal que hay detrás de la frase:

Soy una guerrera

Y esto aplica a todas las afirmaciones que hagamos, le estamos diciendo a la vida qué estamos pidiendo, con qué estamos en sintonía. En este caso, ¿qué crees que le estamos diciendo a la vida?

Le estamos diciendo que necesitamos situaciones de guerra para reafirmar nuestro rol. Y afortunadamente, para ganar no necesitamos afrontar una guerra. Por el contrario, cuando aprendemos a fluir con la vida es cuando realmente estamos adquiriendo nuestras mayores victorias.

Sí, en cada una de nosotras, hay una guerrera, en cada uno de nosotros en general hay alguien preparado para estar en el nivel del reto que se le presente, independientemente de su género. Pero, ¿por qué tendríamos que colocarnos un escudo y una armadura si estamos a la expectativa de cosas maravillosas a nuestras vidas?

Es el mismo principio de las personas que andan armadas, por si algo ocurre puedan defenderse… y es desde ese pensamiento desde donde atraen situaciones que ameritan el uso de esa arma y lo peor es que cuando la situación llega, independientemente del resultado (que a veces es totalmente contraproducente), se justifican a sí mismos el hecho de tener un arma. Pero no entienden el proceso creativo de la experiencia.

No debemos ir por la vida pidiendo situaciones en donde reafirmemos algún rol que demanda de nosotros energía vital, por el contrario, debemos convencernos de que somos los mejores para atraer situaciones armónicas, amorosas, relajadas. Debemos introducir las creencias de que la vida es sencilla, que nada tiene lucharse, que todos somos merecedores, que ya lo que deseamos nos pertenece por derecho, sin entrar en guerra con alguien o con la vida misma.

Entendemos el principio halagador de que alguien sea un guerrero, en especial, las mujeres que tienen esa capacidad de pararse ante cualquier obstáculo, cubrir múltiples roles y atravesar los peores caminos, para finalmente, regresar con la victoria. Pero la realidad es que mientras más potenciemos esa conducta, más la atraeremos y créeme, una vida sin entrar en guerra con nada, ni nadie, resulta mucho más disfrutable.

Anímate a esperar de la vida lo mejor, piensa de forma positiva del resultado de cada uno de tus pasos. Puedes demostrar tus capacidades fuera de un terreno de guerra. No tienes que ser un guerrero, no debes ser un guerrero. Prefiere el rol de quien disfruta la vida desde la armonía, desde la salud, desde la prosperidad. No viniste a librar batallas, ni a sobrevivir, viniste a vivir en grande, a ser feliz en grande, a disfrutar en grande.

Viniste a ser feliz, no te distraigas…

Reprográmate, quizás te has acostumbrado a luchar porque el camino ha sido complicado, pero recuerda que el camino te lo haces tú con tu andar, que el pedacito que estás recorriendo hoy es el resultado de tu creación pasada. Entonces fíjate hacia dónde quieres ir y cómo quieres recorrer ese camino.

Decide la paz en tu vida y espérala del universo. Siéntete como una persona a quien todo se le da con facilidad, que vino a vivir y a disfrutar y ese punto de partida, aunque te cueste un poco creerlo, mientras más te apropies de él, con más fuerza determinará tus experiencias. Deja las armas aquí, deja la armadura, deja tu pensamiento de lucha que pesa tanto y aprende a fluir armoniosamente con la vida, reformulando lo que esperas para ti.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru


Sara Espejo