Detrás de una sonrisa puede haber mucha tristeza

Detrás de una sonrisa puede haber mucha tristeza
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Muchas veces sonreímos para no mostrar lo que realmente está pasando en nuestro interior. Nos puede parecer complicado el hecho de tratar de hacernos entender, a veces solo queremos llorar o simplemente callar. Pero resulta más sencillo sonreír y no sentir cómo nos quebramos emocionalmente delante de alguien.

Debemos aprender a drenar lo que sentimos, en especial lo que nos hace daño, sí puede que en algún momento nos toque fingir que todo está bien, pero esa actitud no podemos asumirla como permanente, pretendiendo inclusive convencernos a nosotros mismos, mientras nuestro mundo interior se vuelve añicos.

Una sonrisa no es suficiente para engañar

A veces pensamos que podemos engañar a los demás con una simple sonrisa y a veces lo logramos, pero quien realmente nos conoce, sabrá leer a través de nuestros ojos y en medio de ese ambiente empático nos sentiremos con un poco más de libertad para mostrar lo que estamos sintiendo.

Ciertamente a la mayoría no le gusta ir por allí repartiendo tristeza o lágrimas a su paso. Pero el no esconderla, ya es un paso importante para que esa tristeza nos abandone. La sonrisa a veces es solo una cerca que no permite que la tristeza salga y la mantiene allí encerrada en nuestro interior haciendo de las suyas a escondidas.

Reconocer la tristeza

Reconocer nuestra tristeza nos permite canalizarla, nos permite hacer cosas que nos permitan sacarla de nuestro cuerpo sin que se enquiste, sin que nos haga daño permaneciendo allí. A veces pensamos que una sonrisa la puede espantar. Pero aun cuando por un momento nuestra mente crea que hay un motivo para sonreír, la realidad se hará más pesada y esa sonrisa no será más que una fachada.

No es lo mismo encontrar dentro de un lapso de tristeza motivos para sonreír y hacerlo de manera espontánea, como una reacción genuina a nuestro enfoque a sonreír cuando hasta esa sonrisa nos está doliendo.

Si estamos en un momento de tristeza no quiere decir que seamos débiles o proyectemos una imagen de fragilidad, vulnerable o que no inspire respeto. Todos tenemos derecho a estar tristes, a sentirnos inconformes con algo, a atravesar un duelo, a vivir una decepción y ello solo nos conecta con esa parte sensible y humana que está en nosotros. La trsiteza es una reacción natural a determinados eventos que interpretamos de una manera en particular, nuestro cuerpo, nuestro cerebro, nuestras hormonas, se comportan de una manera determinada ante situaciones determinadas.

Canalizar las emociones

Ya entendemos que está bien vivir la tristeza, ahora bien, no es que la vamos a adoptar como emoción predeterminada. Debemos canalizarla, para que salga, encontrar la belleza oculta, lo rescatable de cada situación, lo necesario para apreciar las cosas de una forma tal que podamos reconectar con la alegría, con el entusiasmo, con la esperanza.

Buscar actividades que le den un cambio a nuestras rutinas o dedicarnos a hacer cosas que amamos ayuda mucho cuando atravesamos por algo que nos hace sentirnos tristes. El ejercicio físico, la danza, pintar, cocinar, compartir con seres que amamos, participar en actividades en donde ayudemos a otros y nos sintamos útiles, son solo algunas ideas de las cosas que podemos hacer para sentirnos mejor. Ellas nos ayudan a ir drenando la tristeza y sustituyendo su espacio por lo que nos hace estar a gusto y conectados con lo mejor de la vida.

Vibrando más alto

Aun cuando debemos respetar la tristeza que podemos sentir y simplemente darle cabida, sin juzgarnos. Debemos estar atentos de no perpetuar ese estado anímico, evitando los riesgos de caer en un estado depresivo. La depresión trae consigo una serie de problemas adicionales y puede requerir otro tipo de tratamiento.

Cuando estamos tristes nuestra frecuencia de vibración es baja, por el contrario, es elevada cuando nos sentimos bien, cuando estamos en paz, cuando nos sentimos alegres, cuando estamos esperanzados, etc. Debemos reconectar con lo que nos hace sentir bien. Ello requiere un trabajo en el cual nos propongamos dirigir la mirada a aquello que nos agrada.

Será necesario estar atentos a lo que pensamos y a lo que nos dedicamos, colaborando con nosotros mismos. Es decir, no vamos a ver películas dramáticas, ni escuchar canciones tristes. No vamos a llamar a alguien que haya perdido a un ser querido recientemente y que nos sensibilice con su llanto. Tampoco vamos a dedicarnos a no comer, para que nuestro organismo se sienta más débil y con menos ganas aún de conectarse con la vitalidad que lo caracteriza.

Debemos estar atentos porque cuando estamos vibrando bajo, atraeremos todo lo que esté en esa misma frecuencia y se nos hará complicado salir de ella, si no colaboramos y somos nosotros los que tenemos que hacer el mayor trabajo. Alguien puede venir consentirnos, escucharnos, pero nadie puede vibrar, pensar o sentir por nosotros, así que la responsabilidad de alejarnos de la tristeza es nuestra y si realmente queremos, siempre podemos, comencemos por querer salir de ese estado.

Sustituyamos la tristeza por la alegría, por el amor, por la paz… No sobrepongamos una sonrisa donde solo hay oscuridad.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo