La diferencia entre “vivir para trabajar” y “trabajar para vivir”

La diferencia entre “vivir para trabajar” y “trabajar para vivir”
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La diferencia entre “vivir para trabajar” y “trabajar para vivir” parece estar clara para todos, pero la mayoría no logra tomar acciones al respecto. Nuestro sistema se caracteriza por absorbernos y encadenarnos desde muy pequeños a sus condiciones.

Normalmente cuando ya tenemos cierto nivel de consciencia y nos damos cuenta de cómo estamos invirtiendo el tiempo, se nos hace complicado escapar de tan estructurado esquema.

Nuestra línea de vida

Resulta que hemos sido acondicionados para tener una vida que cumpla con una línea con ciertos puntos de chequeo en todo el recorrido. Nacemos, desde muy pequeños entramos a una escuela con programas de estudio que contienen lo que se le ha ido ocurriendo a grupos de personas, que los niños deberían aprender a cada edad.

Luego de pasar en el colegio, cumpliendo horarios y ajustándonos a lo que está bien que sepamos, siendo normalmente calificados y evaluados, pasamos a otra etapa de estudio, la universitaria, quizás con mayor inclinación a nuestros gustos y lo que hayamos podido descubrir de nosotros… Finalizada la carrera, incluso antes de ello, comenzamos a trabajar y adquirir responsabilidades.

Comenzamos a endeudarnos, conocemos a alguien especial y pensamos que es la persona indicada para compartir un proyecto de vida, nos casamos, compartimos gastos. Las cosas parecen ir mejor cada día, ganamos más dinero, pero hemos adquirido más compromisos, estamos en un punto de equilibrio entre lo que ganamos y gastamos.

Luego se nos ocurre la idea de “hacer familia”, porque de dos es como corta, además la edad se nos puede pasar… Y allí viene el tercer y quizás el cuarto integrante de la familia. Ahora sí, estamos encadenados a todo lo que nos brinde seguridad, que nos ofrezca un ingreso estable, que nos permita cubrir nuestras responsabilidades. Ante la duda comenzamos a tomar más horas, aplicamos para cargos de mejores posiciones, que nos ofrecen más dinero, pero nuestro compromiso debe ser mayor y eso seguro lleva consigo mayor atención y mayor tiempo.

Pensamos que tenemos todo lo que cualquier persona puede desear, pero no podemos dejar de pedalear para mirar si estamos donde realmente queremos, si nuestros sueños aún existen o se quedaron debajo de las facturas y los impuestos que pagar.

Vivir para trabajar

Y quizás en algún momento con ligera nostalgia, nos damos cuenta de que vivimos para trabajar… que allí pasamos la mayor parte de nuestra vida, que no tenemos tiempo para viajar, para compartir con nuestros seres amados, que nos guste lo que hacemos o no, no podemos soltarlo, a menos  que ya esté preparada la posición que ocuparemos en el próximo sitio al que dedicaremos nuestro tiempo.

A veces tenemos excelentes ideas, queremos hacer cosas que nos harían disfrutar mucho más de aquello que llamamos trabajo, pero estamos tan comprometidos que no podemos arriesgarnos y nuestras ilusiones mueren, nuestro intento por salir de la rueda de hámster es frustrado y nos quedamos allí, esperando la jubilación… Y cuando ese momento llega, estamos tan agotados, que tampoco hacemos nada de aquello que nos hacía vibrar el alma con solo pensarlo.

Esta oportunidad es única

La vida pasa muy rápido y de seguro no vinimos a este plano, no somos dueños de este regalo llamado vida, para trabajar durante toda la vida y cubrir los compromisos que se supone que debemos adquirir…

Sí, no es sencillo desconocer al sistema y darle la espalda, pero procuremos en todo caso no confundir las prioridades, encontrar tiempo para vivir realmente, para conocer sitios nuevos, para compartir con nuestras personas especiales, para descubrirnos e ir por nuestros sueños. No postergues lo importante, procura no llevarte el trabajo a casa, organízate y recuerda que a veces es preferible una experiencia más modesta, que una cuenta más abultada.

Cuando apagamos el piloto automático y decidimos escucharnos y actuar conscientemente, las cosas comienzan a fluir de forma diferente, comenzamos a ver caminos que nos llevan a conectarnos con nuestra pasión, en donde ya el trabajo deja de ser trabajo y toda la remuneración por él llega sin complicaciones. Porque cuando hacemos lo que amamos, todas las puertas se abren y de forma sencilla y armónica para nosotros.

Mi recomendación más importante en todo caso será: No te vayas de esta vida sin haberla vivido…

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo