Es cierto que muchos de nosotros podemos necesitar pausas de vez en cuando, alejaros un poco para poder ver los diferentes escenarios con mayor claridad. Sin embargo, es necesario entender que al nosotros hacer una pausa, al menos en nuestras relaciones, estamos forzando al otro a adaptarse a esa pausa.

No es justo que ninguna persona se someta a la necesidad de alguien más. Incluso cuando una pausa prometa mejoras, prometa aclarar sentimientos, dudas, pues lo cierto es que siempre implica algo que puede resultar incómodo de cumplir. A veces los puntos suspensivos implican el compromiso de la espera, del privarnos de ciertas vivencias, además de someternos a la ausencia o la distancia de a quien queremos cerca.

¿Para qué son comúnmente los tiempos que se toman en las relaciones?

Pues en algunos casos sí son literalmente tomados para aclarar las cosas que no pueden verse o sentirse bien desde adentro. Pero por lo general representan una forma sutil de distanciarnos en una relación, donde no estamos convencidos de quedarnos, pero tampoco de marcharnos.

Y ese no estar convencidos, muchas veces implica que el nivel de amor y de compromiso no es suficiente y además que la pareja no está lista para aportar lo necesario para solventar momentos complicados como un equipo.

Las relaciones, como todos podemos dar testimonio, no son tan sencillas como nos gustaría. Evidentemente nos estamos vinculando a una persona diferente con todo lo complejo que ello implica. Resulta elemental entendernos y crecer en la relación como pareja, procurando no tener que marcar distancias para saber qué sentimos o si llegamos a estar mejor solos o quizás no conseguimos una mejor compañía.

Ciertamente no tenemos que estar condenados a una pareja con quien no nos sentimos del todo cómodos, pero es el factor suspenso el que me parece injusto para al menos una de las dos partes. En lo particular, veo con mejores ojos el cerrar el capítulo, incluso cuando a posterior se inicie uno nuevo con los mismos protagonistas.

Lo amargo de la espera

Pero esa espera, no es justa, nadie merece poner su vida bajo los efectos de unos puntos suspensivos mientras su pareja se aclara, tampoco es que sea muy agradable que uno o ambos no estén claros en lo que sienten y en lo que quieren, pero pasa. No es poco frecuente, muchas parejas siguen juntas por inercia, en una relación donde agotaron el amor y no están dispuestos a recargarlo, pero no se atreven a terminar.

Otras, optan por presentar esa pausa, esos puntos suspensivos, a ver qué pasa… Porque el miedo a lo desconocido y el egoísmo de perder lo que consideran seguro, no les permite simplemente volarse dos puntos y colocar un firme punto final.

Solo si ambos integrantes de la pareja, han pedido prácticamente en simultáneo y de forma espontánea un tiempo, este será bien recibido. Si hay resistencia en una de las partes, el trato ya no será justo y quizás lo acepte por encontrarse en una posición donde es eso o nada.

Y si nos condicionan de una forma como esa y tenemos que pasarnos un tiempo determinado o no, esperando que alguien vuelva a nuestro lado o sencillamente nos elija, ¿es esto lo que realmente querríamos para nosotros?

Primero ámate y desde allí ve qué quieres

Todos merecemos un amor bonito, sano, leal, que nos escoja a diario a pesar de los inconvenientes. En donde entendamos que las cosas no siempre serán hermosas, pero que si se sustentan en el amor, sumarán a la construcción de una pareja que no piensa en dejarse, ni en pausarse, que tiene su norte claro y es crecer juntos, con todo lo que ello implica.

Así que si no te sientes cómodo/a con los puntos suspensivos sugeridos o impuestos por otro, ten presente que contigo siempre llevas un borrador, capaz de eliminar dos de esos puntos y otorgarte plena libertad de encontrarte a ti más allá de una relación y atraer a tu vida a quien quiera permanecer.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com

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