Si la venganza te hace sentir bien, no eres tan diferente a lo que te lastimó

Si la venganza te hace sentir bien, no eres tan diferente a lo que te lastimó
Comparte

A veces cuando resultamos lastimados o dañados de alguna manera, la primera cosa que se nos puede pasar por la mente es la venganza, es hacer sentir al otro algo de lo que nos hizo a nosotros. Quizás ese sentimiento de deseos de venganza va en onda con la naturaleza humana, cuya guía siempre es el ego. Pero esa necesidad de retaliación debe irse mitigando con el tiempo y cuando el dolor deja de estar a flor de piel, incluso nos podría generar gracia todo lo que se nos cruzó por la mente con la finalidad de hacerle pagar al otro lo que nos hizo.

Si esto no ocurre y no le damos oportunidad al tiempo de hacer su efecto sobre nuestras heridas y sobre nuestra cordura, sino que asumimos firme nuestra intención de vengarnos, solo estamos colocándonos a la misma altura de quien nos dañó y eso nos hará sentir cómodos si está en sintonía con quienes somos.

Tomarnos las cosas a título personal

La mayoría de las veces cuando alguien nos lastima, no lo hace con la intención de hacerlo, incluso cuando nos parece que sí. Cada persona está constantemente tomando decisiones, pensando que hace lo mejor, procurando su felicidad y en alguno de esos pasos puede que se lleve a alguien por el medio y ese alguien, bien podemos ser nosotros. Pero lo normal no es que sus acciones vayan dirigidas a dañarnos, que busquen específicamente qué podrían hacer para lastimarnos. Simplemente fue una consecuencia de un acto que la otra persona cometió  pensando en sí misma y en sus beneficios.

Es por ello que resulta muy conveniente poder mirar las cosas de manera objetiva y no tomarnos las cosas de manera personal, porque aun cuando nos hayan lastimado o perjudicado de alguna manera, resulta beneficioso entender que la intención que originó el hecho que nos lastimó, no fue lastimarnos a nosotros.

Esto no es una manera de justificar lo que nos pudo haber ocurrido, el mal está hecho, independientemente de que haya sido la intención original el dañarnos. Es importante entenderlo, porque cuando pensamos en vengarnos, sí estamos de manera premeditada evaluando las opciones para dañar de manera intencional al otro.

Mejores personas

Luego, ¿nos podemos considerar mejores, iguales o incluso peores que quien nos hizo algún daño? Si intencionalmente buscamos hacerle daño a alguien, quizás resultamos peores que quien nos agredió y el vengarnos solo va a hacer que alimentemos ese lado oscuro que todos tenemos.

La venganza nunca es positiva, ni siquiera en su fase de planificación, la venganza nos lleva a encontrarnos con lo peor de nosotros y resulta que el daño que estamos permitiendo que nos hagan es doble, el original y móvil de la venganza y el darle paso y desarrollo a ese lado que no muestra lo mejor de nosotros.

Crezcamos con cada experiencia

Podemos crecer en muchas dimensiones con todo lo que nos ocurre, procuremos hacerlos hacia lo positivo, forjando una mejor versión de nosotros mismos. No permitamos que lo negativo que nos ocurre, nos convierta en personas de las cuales no nos sentimos orgullosos o de alguna manera nos aleje de lo bueno que sentimos que nos identifica.

Es fácil dejarnos llevar por el ego, pero también lo es dejarnos llevar por el corazón si nos acostumbramos a ello. Debemos aprender a perdonar, tomar lo positivo, bendecir y continuar, es por esta ruta que encontraremos una mejor versión de nosotros mismos, sin convertirnos en lo que no somos o alimentar esa parte que es capaz de generar un daño igual o peor que el que recibimos.

En todo caso, considera siempre que ser feliz a pesar de los daños, siempre resulta en la mejor de las venganzas.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo