¿Y si te centras en un positivo: “Qué tal si…”?
Estamos a un “qué tal si…” de distancia de una vida mucho más plena. Solemos querer mantener el control de todo y en las circunstancias en donde no se nos hace posible tener ese control, nos sentimos frustrados, desencajados y no se nos hace sencillo manejar la incertidumbre.
En estos días en donde quizás los planes siguen derrumbándose, donde de repente no se nos haya hecho posible llegar a un punto determinado, que estaba en nuestro plan de vida como evidentemente alcanzado para la fecha, es muy sencillo caer en las redes de emociones de baja vibración.
Cualquier emoción es válida
Podemos sentir miedo, rabia, frustración, angustia… Y eso es válido, porque lo conocido se nos movió, porque nuestra manera de hacer las cosas cambió. Y podemos darnos el espacio de sentirnos a disgusto con lo que atravesamos y con lo que nos falta por recorrer.
Sin embargo, resulta mucho más noble e inteligente el poder hacernos planteamientos diferentes que nos permitan reconciliarnos con la situación y ver el otro lado de la misma moneda.
Podemos tomarnos un momento para abrir una ventana llamada ¿Qué tal si…?… Qué tal si esto me lleva a una versión de mí, mucho mejor de la que hasta el momento he sido. O bien, me ayuda a desligarme de patrones inconvenientes, desvincularnos de lo que no nos aporta… O cualquier otro beneficio que quizás si no abrimos esa ventana que nos permite visualizar desde otro ángulo, jamás descubriríamos.
Nuestra mente nos limita
No necesariamente lo que nosotros queremos para nuestras vidas es lo mejor. Nuestra mente está cargada de limitaciones, nos cuesta imaginarnos algo que de alguna manera nuestra mente no pueda integrar a nuestras vidas y el darnos la libertad de dejarnos llevar en el proceso, nos puede llevar a conocer y disfrutar de experiencias que por ahora no seamos capaces de ver.
Evidentemente esto requiere soltar, dejar de aferrarnos e incluso dejar de disgustarnos con la vida, por no estar funcionando como nosotros queremos que lo haga. Soltar es de las cosas más complicadas para algunos, el lanzarse a lo desconocido, puede darnos pavor, pero es de las mejores maneras que tenemos de descubrir que la vida está llena de infinitas posibilidades, más allá de lo que podamos ver.
Confiar en la vida
El mirar la vida con confianza, sabiendo que a fin de cuentas, nos estamos enriqueciendo y sumando cada segundo vivencias, experiencias, pasiones, emociones, sentimientos, crecimiento, es realmente transformador.
Imagina que vas a ver a un estilista y tú tienes idea del resultado final que quieres obtener, pero él sabe exactamente lo que tiene que hacer para que el resultado sea el mejor posible. Pero si tú lo que haces de indicarle cómo debe hacer su trabajo, criticarle, estar a disgusto, sentir que no obtendrás un resultado ni siquiera similar a lo que te habías planteado, simplemente no dejarás que esas manos especialistas hagan su trabajo, en otras palabras, entorpecerás su desempeño y muy probablemente el resultado.
Dale un voto de confianza a la vida, dile qué quieres y sintonízate con ello, siéntete desde ya como si ya lo tuvieses y la vida hará lo suyo. Déjate llevar y sé un tanto flexible, abriendo tus manos para recibir lo que estás pidiendo e incluso mucho más de lo que tenías pensado.
Cambia de perspectiva… Quizás no la estás pasando muy bien, pero el simple hecho de plantearte la posibilidad de que esto puede ser justo lo que necesites para algo mucho mejor, lo cambia todo. La actitud ante la vida, nos condiciona y nos predispone y nos hace atraer de una forma determinada… Qué tal si probamos hacerlo distinto, no nos quejemos de lo que no nos gusta, sino centrémonos en que eso de alguna manera puede ser muy provechoso para nuestras vidas. Y desde esa premisa crearemos cosas diferentes.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com