Fuimos aquello que no llegamos a admitir
Nos veíamos y muchas veces nos comíamos con la mirada, nos encontrábamos a escondidas, para que nadie sospechara nada, tú tenías una vida al margen de la mía y yo sin poder gritarlo, solamente me conformaba con esperarte en ese espacio y ese tiempo que destinábamos para los dos.
No fuimos nada, es cierto, pero por un momento fuiste mi todo y sé que aunque te cueste reconocerlo, yo también llegué a serlo para ti… No tuvimos el valor de que lo nuestro estuviese por encima de lo que de alguna manera, nos importó más…
Me quedé esperando que quizás te dieras cuenta de que era yo, quien te hacía sentir como nadie más, que era yo a quien llamabas cuando querías que te escuchara, que era yo quien te consentía y te conocía como nadie… Y es que quizás no era solo yo, quizás tu vida estaba tan comprometida como tu corazón…
Lo que te puedo decir es que esperando a que tú te decidieras, terminé por decidirme yo y no lo hice por nosotros, porque esa era mi decisión por defecto. Decidí por mí, porque ya no sentía comodidad escondiéndome de todos, porque quería poder hablar de ti con tu verdadero nombre y verme en una foto que no guardara solo para mí…
Fuimos aquello que no llegamos a admitir, pero que ocupó tanto de mí, que desde que no estás, sí estoy mejor, mejor querida, mejor correspondida, mejor reconocida, pero con el espacio que ocupabas en mi vida intacto… Incluso podría decir tan callado, como te decía que te amaba, que algo dentro de mí, sigue esperando por ti.
Amores no admitidos… No reconocidos… Amores secretos
A veces nos involucramos en relaciones que no tienen nombre, pero que logran ocupar lugares especiales en nuestros corazones. Relaciones que nos llenan y nos cargan, pero que por algún motivo no logran evidenciarse ante los demás.
Muchos factores influyen en estas dinámicas y por lo general cuando está bien para ambas partes, las cosas fluyen positivamente. Sin embargo, si para alguno de los dos, los términos son injustos o de alguna forma insuficientes, se va generando una insatisfacción y frustración que demandará otras acciones, que propondrán otro tipo de relación o bien una separación.
Las relaciones que no llegan a tener un nombre para quienes la viven y se mantienen en secreto para quienes la miran desde afuera, no están hechas para todo tipo de personas. Quienes buscan la normalidad y desean tener la libertad de gritar al mundo su amor en caso de que les provocase, difícilmente soportarán una dinámica, en la cual no quepa una etiqueta.
Un amor escondido por lo general para alguna de las partes no es lo suficientemente bueno o bien tiene el potencial de dañar a quienes rodean la relación. El amor que daña a un tercero por lo general implica un tipo de relación turbia o deshonesta. Una relación con la que no nos sentimos tan a gusto de hacerla pública o reconocerla para nosotros y para los demás, por lo general implica que se está esperando algo mejor o que no se quiere entorpecer algo que ya está en curso, al margen de esa relación.
A veces no le damos la oportunidad a una relación de ser del todo, por el qué dirán, porque nos hemos acostumbrado a una dinámica, que nos ha resultado a una o ambas partes, por comodidad o por cobardía… Y ésta última es la que a la larga siempre pesa más.
Asumamos el amor con todas sus consecuencias las más maravillosas y las que más tememos… Ésa es sin duda la mejor manera de amar, asumiendo, reconociendo y dándole el valor que la relación tenga.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com