¡Gracias, ansiedad! Me has ayudado más de lo que crees.
Gracias, ansiedad , por ayudarme a crecer y superarme.
Gracias por alertarme del peligro… No hubiera sabido que podría pasar algo malo, si no fuera por ti. Gracias por recordarme que planifique, resuelva problemas y vaya a lo seguro cuando tengo algo importante que hacer.
Gracias a ti, ansiedad, hice una lista de tareas pendientes, comencé a estudiar temprano para el examen, preparé los puntos de conversación para mi entrevista, entrené constantemente para la carrera y le pedí a mi médico que me hiciera algunas pruebas, por si acaso. Me ayudas mucho cuando hay algo importante en juego.
¡Gracias, ansiedad!
Gracias, ansiedad, por notar que me preocupo ¡y mucho! Solo vienes a mi cuando el futuro realmente importa. No siempre estoy seguro de qué tanto significa para mí el futuro, pero tú me das una pista.
Me di cuenta el otro día que cuando apareciste, estaba pensando en tantas cosas, que comencé a angustiarme creyendo que nunca podría aclarar mi mente. Me hiciste darme cuenta de que me importa mucho tener el control de todo, así que ahora sólo pongo mi energía en lo que puedo controlar, y voy aprendiendo a aceptar más eso que no puedo controlar.
Ahora estoy intentando gestionar esas sensaciones, pensamientos, impulsos y sentimientos que me agobian.
Gracias ansiedad, por recordarme que debo asumir los desafíos.
Me asusto tanto cuando quiero que las cosas salgan bien, y en el pasado, eso me ha llevado a la evasión. Solía perder oportunidades de conocer gente nueva, conducir por la autopista para visitar a mi hija, pedirle ayuda a mi profesor, terminar un proyecto de trabajo o ir al gimnasio.
Me has ayudado a aprender que no tengo que trabajar tanto para eliminarte, que puedo dirigir mi energía hacia las actividades que más valoro, y que incluso, si estás ahí cuando lo hago, puedo manejarlo. Me has ayudado a ser lo suficientemente valiente para responder a tu presencia con acciones, no con evasivas, y mi vida es más satisfactoria gracias a ello.
Gracias, ansiedad, por brindarme la oportunidad de aprender sobre ti.
Sé que vas a aparecer en mi vida, como lo haces con todos… a veces me sorprendes, a veces eres molesto… ¡a veces quiero tanto que te vayas!
Pero cada vez que estás ahí aprendo un poco. Aprendí que no tengo que hacer nada por ti. Y de hecho, por lo general es mejor que no lo haga porque a ti te gusta luchar muy duro cuando trato de hacerte ir.
He aprendido que rechazas por tu cuenta, que eres un inconveniente tolerable y que, incluso cuando haces lo peor y haces mucho ruido, sigo siendo más fuerte que tú.
Gracias, ansiedad, por ayudarme a relacionarme contigo de manera diferente.
A veces recuerdo que no necesito temerte, juzgarte o sentirte como una amenaza. Puedo ser objetiva y entender que sólo eres un pensamiento invasivo, o eso que mi cuerpo hace cuando anticipa el peligro. Puedo pensar en ti como una molestia inofensiva, como un niño haciendo un berrinche o un gato que salta sobre la mesa de la cocina para robar mi comida. Incluso puedo reírme de ti de vez en cuando, especialmente si estoy seguro de que eres una falsa alarma.
Gracias, ansiedad, por mostrarme que, por mucho que planee, me prepare, me preocupe y pida tranquilidad, el futuro siempre será, hasta cierto punto, incierto.
Sé que quiero todas las respuestas y no me gusta la incertidumbre, pero me has ayudado a darme cuenta de que existen límites para lo que puedo saber o predecir, y es útil aceptar esa realidad. La incertidumbre sigue siendo muy difícil para mí, pero me has ayudado a ver que puedo tolerarla y eso me libera mucho de mi tiempo y energía. Así que gracias por eso.
Gracias, ansiedad, por recordarme que sea amable y paciente conmigo mismo.
No te pedí que estuvieras aquí, y quiero que te vayas. Hago lo que puedo para “funcionar” cuando estás, pero sigues distrayéndome. Intento aceptar tu presencia, aunque no quiero. Y a pesar de todo eso, sigues siendo parte de mi vida…
¿Y sabes qué? He llegado a una conclusión: Todos experimentamos ansiedad, y la ansiedad es solo un sentimiento, y está bien tener sentimientos. Es un poco más fácil para mí pensar de esa manera cuando ofrezco apoyo a familiares y amigos que luchan contra la ansiedad, pero estoy aprendiendo a tratarme de la misma manera.
¡Gracias, ansiedad!
Por: Loubna Hatem ∼ reencontrate.com
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