La amistad puede hacer mucho más que la sangre

La amistad puede hacer mucho más que la sangre
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Si eres afortunado sabrás que un buen amigo es un regalo que se nos ha dado, para acompañarnos para siempre. Muchas veces una amistad puede representar un vínculo mucho más estrecho del que representan aquellos determinados por la sangre.

Un amigo es justamente ese hermano que no nos impone la naturaleza, sino que nosotros nos encargamos de tejer día a día el nexo, de adueñarnos un poco de esa persona y permitir que esa persona de alguna forma tome una parte de nosotros.

Aun cuando la familia puede representar los principales soportes afectivos de alguien, un amigo puede tener un papel fundamental en su red personal. La afinidad y la química juegan roles más importantes que los familiares.

Muchas veces el conocer más a alguien, nos aleja, pero en las verdaderas amistades los defectos, los errores, los malos entendidos, no son suficiente justificación como para alejarnos de esa persona especial.

Los amigos especiales tienen muchas cualidades, tienen muchos factores que enriquecen nuestras vidas y entre ellos tienen cosas en común que, cuando tomamos consciencia, no podemos sino estar agradecidos por contar con ello.

Acá te dejamos una lista de lo que caracteriza esas amistades que muchas veces representan más que una hermandad sanguínea… Un verdadero amigo:

Cree en ti, incluso cuando tú tienes dudas:

Un amigo confía en nuestras capacidades, está consciente de qué tal lejos podemos llegar, es capaz de disipar las dudas que nos asechan cuando queremos asumir cualquier reto.

No te envidia, sino que por el contrario, disfruta de tus logros:

Un verdadero amigo, disfruta de nuestras victorias, se enorgullece de nuestros avances y celebra con nosotros cualquier paso que nos acerque a donde queremos llegar.

Está presente en las buenas y en las malas:

Está presente en medio de la turbulencia y también cuando las aguas se calman. Será el hombro en el cual podremos apoyarnos y sostendrá la copa con la cual brindemos.

Comparte lo que tiene contigo:

Un buen amigo ni siquiera necesita que le pidamos algo… Suele ofrecer lo que tiene si siente que lo necesitamos. Es capaz de compartir con nosotros, incluso cuando lo que tiene es poco.

Te ayuda en la medida de sus posibilidades:

Cualquier cosa que pueda facilitarnos la vida, un buen amigo estará dispuesto a hacerla y con su actitud nos demostrará que contamos con él las veces que lo necesitamos.

Habla contigo con honestidad:

Es capaz de decirnos las verdades a la cara, incluso cuando puedan resultar hirientes, normalmente procura tener tacto, sin embargo puede que la sinceridad se robe el protagonismo y termines por escuchar cosas realmente fuertes sin mucha anestesia.

Te defiende estando tú presente o no:

No es capaz de decir algo que nos afecte negativamente delante de otros, especialmente si no estamos, se asegurará de defender nuestra imagen y hacernos quedar lo mejor posible.

Te conoce a veces más de lo que tú mismo lo haces:

Tiene una visión distinta de nosotros, ve desde afuera lo que nosotros no necesariamente somos capaces de ver y muchas veces a través de él nos llegamos a conocer un poco más.

No le hace falta llevar tu sangre para sentirte su familia:

De esto se trata la amistad verdadera, de escoger a esa persona que será nuestro compañero de aventuras, nuestro apoyo, nuestro pilar emocional, independientemente de si llevamos o no la misma sangre. Una buena amistad, inclusive la mejor de todas, la podemos tener con nuestros familiares, un hermano, nuestro padre, nuestra pareja, nuestra madre… Pero también puede ser ése que conocimos hace un par de años y pareciese que lo conociéramos de muchas vidas atrás… Un buen amigo se lleva en el corazón, aunque no se lleve en la sangre.

Si tienes un verdadero amigo, celebra su presencia, cultiva esa amistad, recuérdale lo importante que es para ti y agradece eternamente porque hayan coincidido en esta vida para apoyarse mutuamente.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo