La vida tiene mucho más sentido, si nos ocupamos más en ser que en tener
A muchos se nos puede pasar la vida completa sin entender bien la ciencia del juego. Pensando que mientras más cosas acumulemos, más felices seremos. Depositamos nuestra felicidad en esas cosas y resulta que cuando llegan, nos damos cuenta de que la felicidad no estaba allí.
Ese momento es oportuno como para reestructurar nuestras expectativas y quizás cuestionarnos la creencia de que la felicidad la viviremos o la obtendremos al llegar a una meta, al estar en determinado estatus o al adquirir algo deseado. Sin embargo, lo que normalmente hacemos es asociar la felicidad a otra cosa… y vamos como un conejo detrás de una zanahoria que nosotros mismos colocamos adelante.
Toda motivación es válida
Y no está mal colocarnos esas zanahorias, no está mal motivarnos a alcanzar cosas que queremos, lo que tenemos que revisar es la idea de que, en eso que queremos obtener, está nuestra felicidad.
La felicidad está disponible para cada uno, dentro de nosotros, no tenemos que buscarla afuera, no depende de nada externo. Es una manera de ver la vida y de transitar por ella. Es ocuparnos de sentirnos bien y aprender a hacerlo a pesar de las circunstancias. Entender que podemos tener muchos momentos en los que no nos sintamos a gusto, pero siempre podemos tomar la decisión de ser felices.
Cuando nos enfocamos en el ser, nos estamos centrando en algo que no tiene condicionantes, que nos acompaña siempre, que no depende de las circunstancias, ni es algo que podemos perder. Lo que tenemos, fuera de lo que nos representa a nosotros mismos y nuestra verdadera esencia, es un simple espejismo, que nos mantiene ocupados, desatendiendo lo que somos.
Cultivarnos como personas, aprender a conocernos, a escucharnos, a estar solos con nosotros mismos, es lo que abre esa cajita con ese tesoro llamado felicidad. Si vivimos permanentemente corriendo tras aquello que pensamos que sí nos dará la felicidad, estaremos decepcionándonos continuamente. Nos daremos cuenta de que sí, sentimos alegría, sentimos satisfacción, sentimos algo que podríamos llamar felicidad, pero es tan fugaz y cuando pasa el momento nos queda esa sensación hasta de vacío que empaña lo positivo que sentimos antes.
Bien reza el dicho:
Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta.
Y es que la felicidad no está en esas cosas, está en la manera en la que vivimos el camino para llegar allí. La felicidad está en el cristal que nos colocamos día a día día para apreciar cada milagro. En lo agradecidos que nos sentimos cada mañana por un nuevo despertar, por una nueva oportunidad de ir por nuestros sueños, por ser al menos un poquito mejores que ayer.
La felicidad está en apreciar lo sublime de la vida… Quien no puede hacerlo, no será feliz, no importa cuántas cosas tenga, no importa si su pared tiene cien títulos, si se considera exitoso… si no es capaz de mirar cada paso de su vida como un milagro, disfrutarlo y agradecerlo… la felicidad solo será una meta más que busque alcanzar y encontrar en los lugares, en las personas y en las situaciones, equivocadamente.
No hay secreto para la felicidad, no es feliz el que más tiene, es feliz quien más agradece, quien más reconoce, quien más se enfoca en su ser, para aprovechar esta experiencia al máximo. Toma la decisión de darle sentido a tu vida, a tus pasos. Cerciórate de que eso a lo que le inviertes casi todo tu tiempo y tu atención es lo más valioso, es lo que realmente importa, si te das cuenta de que no es, no te frustres… Solo redirecciona tu atención y ocúpate de que tu alma se alimente de lo que realmente importa.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com