¿Qué esperar de una cita a ciegas?
Citas a ciegas…
En este mundo cada vez más movido por la tecnología, las relaciones se han visto alcanzadas por los efectos de los avances en los recursos comunicacionales. Muchas ganancias se han obtenido de las herramientas de interacción y contacto que hoy son parte de nuestro día a día, pero también hemos visto cómo una serie de elementos que eran parte de nuestras interacciones elementales han desaparecido.
Actualmente abundan los encuentros derivados de los que se generan en alguna red social, coincidiendo con una cita a ciegas, que anteriormente solía darse solo por la intercesión de personas comunes, con el fin de fomentar algún tipo de vínculo, entre quienes aparentemente podrían coincidir.
Hoy en día con la comunicación a distancia por múltiples vías y redes sociales, el conocerse por medio de una pantalla es cada vez más frecuente. Sin embargo, en un alto porcentaje que pretende dar un siguiente paso, a ese primer contacto, corto o prolongado en el tiempo, le sigue un encuentro, una primera cita.
Más que cualquier cita, la cita a ciegas, lleva consigo la sorpresa, la intriga de si lo que sospechamos va a corresponder efectivamente con la realidad. Los medios virtuales se prestan para mostrarnos tal cual somos, pero también permiten con facilidad mentir, omitir información, etc.
Adicional a que existe algo que solo se va a medir cuando se está frente a frente… Esto es la química, que por más afinidad que podamos haber tenido en un chat, por más que haya existido un intercambio de fotos, de información, de que se compartan muchas cosas y exista mucho en común, la química va a ser un factor determinante.
El sentir cerca a la persona, el escuchar su voz personalmente, el sentir su olor, el ver de cerca su rostro, sentir su mirada, ver qué se siente con cualquier roce de piel, resulta sin duda lo que determina en gran medida que una relación prospere luego de una primera cita a ciegas.
Evidentemente en las citas convencionales, a pesar de que podemos ver a la otra persona a partir de la primera como tal, totalmente diferente a cómo lo veníamos haciendo, ese factor asociado a si nos encaja o no a nivel químico, disminuye y en algunos casos desaparece. Ya se sabe de antemano, aunque las intenciones sean diferentes, si la química existe o si hay que trabajarla.
¿Y qué esperar…?
El punto es que lo mejor que podemos hacer en caso de tener una cita a ciegas, es no esperar nada. Limitarnos a desear que esa persona y la interacción nos sorprenda. Sí, es difícil no tener expectativas, evidentemente no vamos a controlar la emoción que implica el momento, solo queremos hacer ver que mientras menos esperemos que estén presentes o ausentes elementos particulares, más tensión le colocaremos al encuentro.
Muchas veces una cita a ciegas se vuelve la revisión de una lista de chequeo, lo cual hace que se pierda la potencial magia de un encuentro que podría resultar en una gran ganancia personal. Pero por estar enfocados en elementos puntuales, solo nos limitamos a ver si esa persona encaja en la cajita que llevamos a la cita.
Si te estás arriesgando a tener una cita a ciegas, lánzate con optimismo, con confianza, con la mayor disposición de conocer a la otra persona. Permite que se muestre, que te sorprenda, sin querer que ajuste a un patrón. Ya al final de la cita tendrás información para al menos saber si sería conveniente seguir conociendo a esa persona o si de plano no vas a invertir mayor tiempo en esa potencial relación.
Una cita a ciegas es un encuentro que se da normalmente en condiciones divertidas, mantén esa percepción y saca lo mejor de la experiencia, muchas veces no resultan en una relación amorosa, pero se inician amistades para toda la vida… En el peor escenario, vas a conocer a alguien más y eso sin duda, siempre es ganancia.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com