Y te das cuenta de que no era tan grave… de que estás mejor sin su presencia

Y te das cuenta de que no era tan grave… de que estás mejor sin su presencia
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Nos pasa, tenemos miedo de afrontar una situación y le damos largas a tomar decisiones. Pero cuando nos armamos de valor, cuando dejamos los miedos de lado y nos lanzamos de cabeza a lo que considerábamos un misterioso vacío, simplemente terminamos dándonos cuenta de nuestras alas y de lo maravilloso que resulta volar.

La resistencia al cambio

En nuestra mente surgen constantemente muchas ideas, algunas nos motivan y otras nos paralizan, depende de a cuáles les demos más fuerzas, la que nos marcará de forma importante.  Somos por naturaleza resistentes al cambio, nos da miedo, nos creamos escenarios trágicos a su alrededor con el fin de mantenernos en un sitio estable, que quizás para nada es confortable, pero ya lo conocemos.

Y desde el miedo a dar un paso, nos enganchamos a situaciones que podrían ser muy diferentes si solo nos diéramos la oportunidad de soltar lo conocido. Evitamos sacar personas de nuestras vidas y muchas veces terminamos aguantando cosas que nos lastiman profundamente, por imaginarnos que nuestro futuro sin ellas, puede ser inclusive peor de lo que es ahora.

Pero si vamos a crear un escenario hipotético de nuestro futuro, ¿por qué no nos imaginamos la felicidad que sentiremos alejándonos de alguien que se ha convertido en una fuente de constante dolor, malestar y disgusto?

Eso nos cargaría del valor que nos falta, para estrenar nuestras alas e ir hacia donde podamos estar en paz… Y ese sitio no necesita perseguirse, no necesita que lo alcancemos, ni que lo busquemos, necesita que lo permitamos, que lo notemos, que lo sintamos, porque eso está dentro de cada uno de nosotros, pero lo sentimos cuando nos atrevemos.

Alejarnos de lo que ya no nos da alegría, que nos roba la estabilidad, es la respuesta natural a que ya no estamos vibrando con eso y necesitamos generar cambios. Pero mientras existan las barreras mentales y le demos paso a los miedos, a la costumbre, a la relativa comodidad, nos mantendremos aislados de crear una vida diferente.

Dar pasos hacia nuestro bienestar

¡Atrévete! La vida es muy corta como para quedarte demasiado tiempo dándole oportunidad a lo que sabes que no será muy distinto a lo que es y que de la manera que es actualmente te genera sufrimiento. ¿No está en tus manos generar los cambios que quisieras para sentirte a gusto? ¿Has hecho todos los posibles planteamientos y demandas? ¿Desde tu punto de vista, has agotado las acciones que generen cambios en el rumbo? Entonces vete, aléjate…

Ya verás que no es tan grave. Dolerá, porque cuando hay sentimientos, duelen las distancias, pero será menos doloroso que permanecer más tiempo en donde ya te diste cuenta de que no debes permanecer.

Si te alejas, pasarás días felices y otros que serán una verdadera tortura, donde la añoranza se vuelva insoportable y quizás quieras regresar. Pero sería útil que en estos momentos no idealizaras y recordaras los motivos que te hicieron dar marcha atrás en un proyecto común.

Cambios inesperados

La vida da muchas vueltas y sí, nadie cambia por la presión del otro, pero pueden cambiar por amor y a veces el sentir que perdemos a una persona amada, puede ser el motor de cambio que necesitábamos que se instale en nuestro interior y es aquí donde las segundas partes valen la pena… Ojo que hay una delgada línea entre el amor y el ego, que vale la pena distinguir.

De cualquier forma, la idea no es quedarnos esperando que algo pase, que algo cambie, mientras nuestra vida transcurre. Sino saber tomar decisiones oportunamente y disfrutar de cada paso que demos en nuestro camino. Recordando lo que nuestro amigo Wayne Dyer nos decía:

“La catástrofe que tanto te preocupa, a menudo resulta ser menos horrible en la realidad, de lo que fue en tu imaginación”.

Imágenes cortesía de: Paula Bonet

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo