Aceptar no es resignarse
Cuando la vida nos somete a situaciones desafiantes, hay dos posibles maneras de hacerles frente: una es con aceptación y otra con resignación. Dependiendo de cómo veamos el problema, será la respuesta que obtendremos.
Es frecuente que muchos utilicen estos términos como sinónimos, mas no lo son. Son dos actitudes completamente diferentes. Muchas veces creemos estar aceptando una situación cuando en realidad, nos estamos resignando a la misma.
Nada conseguiremos resistiéndonos al cambio, de esta forma solo lograremos que la situación sea más contundente. Para comenzar a entender la diferencia entre aceptación o resignación, podemos utilizar la ecuación “dolor x resistencia = sufrimiento”.
El proceso de aceptación nos permite entender que es el inicio de un cambio y, a partir de allí, podemos hallar el verdadero sentido de lo que sucede y aceptar el desafío de transformarlo en experiencia.
Aceptar no es resignarse
Debemos ser conscientes de que, entre la vida que tenemos y la que nos gustaría tener, hay una gran diferencia. No siempre lo que vivimos es lo que queremos. Esto no lo podemos modificar pero sí cambiar nuestra actitud y darle un enfoque más objetivo a lo que nos pasa porque si no, lo transformaremos en dolor.
¿Qué podemos hacer ante ese dolor? ¿Resistirnos, resignarnos o aceptarlo? La resistencia y la resignación nos conducen al sufrimiento, la aceptación nos libera y nos permite fluir.
Aceptar la realidad no es resignarse, es dejar de resistirse y liberarse.
Diferencia entre aceptación y resignación
Hay muchas situaciones que nos ponen en esta disyuntiva. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido o un cambio radical que nos toca transitar, ya sea por propia decisión o por alguna circunstancia ajena.
- La aceptación es asumir una realidad sin sufrir ni pretender modificarla, optando por buscar otro camino que nos permita proyectarnos a nuevos horizontes. Es primordial diferenciar que aceptar no significa justificar. Es aprobar una decisión a tomar y encontrarle el sentido.
- La resignación es, por el contrario, no asumir la pérdida o el cambio que nos tocó vivir y al que nos resistimos, esperando que la situación se revierta o intentando cambiarla. Si al dolor le oponemos resistencia, el sufrimiento será mayor porque todo aquello a lo que te resistes, persiste con más fuerza.
Resignación es sufrimiento
Cuando no hay aceptación hay resignación. Muchas veces quedamos atrapados resignándonos a una situación, compadeciéndonos de nosotros mismos porque nos sentimos víctimas y no hacemos nada al respecto: “esto es lo que me tocó vivir y no puedo cambiarlo”. De esta manera, nos bloqueamos y nos resignamos sin buscar otra opción, por ejemplo: “esto es lo que me tocó vivir pero voy a intentar salir”.
La resignación impide superar un proceso de duelo. Cuando nos resignamos ante el fallecimiento de un ser querido, sufrimos y nos enojamos con la vida y no lo admitimos. Es una etapa normal pero peligrosa, porque puede ser que nunca lleguemos a aceptarlo.
Aceptación es felicidad
Aceptar una situación a pesar de que no nos guste, significa que seguiremos buscando otra opción para ser felices dado que eso ya no nos proporciona la felicidad deseada. Sin bloquearnos, aprendemos de esta experiencia y buscamos redireccionar nuestra vida.
En una relación, aceptar a alguien tal cual es sin tener la necesidad de cambiarla significa respeto pero también podremos aceptar que ya no nos hace feliz y elegimos soltar.
Aceptar el fallecimiento significa haber superado el duelo, supone dejar de sufrir, no sentir enfado y encauzar nuevamente la vida, que tiene mucho para ofrecernos. En este caso, la aceptación es la forma más sana de esta etapa.
“Aceptar es reconocer que las cosas son como son, no como queremos o nos gustaría que fueran”.
¿Aceptar o resignar?
Si aceptamos lo que nos ocurre en la vida superando obstáculos y tratamos de encontrar la felicidad habiendo aprendido de lo que nos sucedió, habremos podido redireccionar nuestra vida. Si nos resignamos, estaremos siempre estancados en el dolor y en el sufrimiento.
Aceptar y resignar, son las dos caras de una misma moneda, porque necesitamos soltar y olvidar lo sucedido para poder seguir con nuestras vidas.
5 Preguntas para reflexionar
¿Por qué a mí?, es la pregunta más frecuente. Hay que aprender a transformar el “por qué” en “para qué”, o sea… ¿para qué a mí? En el “para qué” está la enseñanza, lo que tenemos que aprender de la situación que nos toca vivir.
- ¿Para qué me sirve esta experiencia?
- ¿Qué debo aprender de ella?
- ¿Qué es lo que no puedo comprender?
- ¿Cómo puedo lograr ser más positivo?
- ¿Cuál sería mi propósito para lograr la aceptación?
Si te encuentras en una situación similar, puedes comenzar a reflexionar.
Isabel, muy constructivas tus palabras, gracias!!
¡Gracias, Estelita! 💖