Acumula momentos, no complejos
La sociedad, con diversos fines, tiene la particularidad de pretender a quienes formamos parte de ella, entre otras cosas con estándares de lo que deberíamos ser. Para ser aceptados tenemos que hacer lo posible para adaptarnos lo más fiel posible a los patrones diseñados estratégicamente para nosotros.
En esa necesidad de ajustarnos y entallarnos en lo que debería ser, podemos dejar de lado nuestros verdaderos intereses y en el camino acumular frustraciones y complejos en lugar de enfocarnos en lo que realmente tiene importancia.
Ahora bien, todo está tan desvirtuado, que se nos ha inyectado que lo verdaderamente importante está vinculado a una posición económica, a un título universitario, a unos códigos de belleza o hasta los seguidores que tenemos.
Está en nosotros quitarnos capa a capa todo lo impuesto, todo lo aprendido y encontrarnos allí como un tesoro brillante ante los ojos del corazón. Nuestra esencia no necesita encajar en un patrón, de hecho solo espera de nosotros que seamos capaces de escucharle y de dirigirnos hacia donde está nuestra felicidad, donde están nuestros sueños, donde está nuestra libertad.
Muchas veces dejamos de hacer cosas, de mostrarnos al mundo, por sentir que no somos lo que los demás esperan. Más allá de no permitirnos brillar, que ya de por sí es grave, intentamos apagar lo que realmente nos define, para buscar satisfacer a los demás. El que nos vean capaces, centrados, exitosos, felices, atractivos, muchas veces toma más valor que el cómo nos sentimos.
Está en cada uno de nosotros caer o no en el macabro juego del control, en el cual nos dicen cómo debemos vestirnos, cómo debemos andar, cuánto debemos pesar, cómo nos debemos peinar… Y yendo más allá de lo físico, nos dice qué estudiar, a qué aspirar, en qué momento debemos casarnos y por supuesto en qué momento debemos tener hijos… sí, hijos, porque uno solo a veces no es suficiente para lo que debemos hacer… En paralelo todas las obligaciones que debemos asumir ya están escritas desde que nacemos.
No es sencillo el no adaptarse a una sociedad, más cuando desde pequeños ya pasamos por la escolaridad regular en donde ya perdemos una parte importante de nuestra creatividad, autonomía y autoconfianza… Ya desde muy corta edad nos convertimos en autómatas, haciendo a diversas escalas lo que alguien más espera de nosotros.
Asumiendo que nuestro ser grita con tanta intensidad que nos sacude la vida… Pues tendremos esperanzas de hacer de nuestras vidas algo más interesante, más intenso. El escucharnos y encontrarnos nos da la oportunidad de romper los moldes o de que al menos podamos ignorarlos.
- Tu peso ideal es con el que tú te sientas bien.
- Tu carrera ideal será que te dediques a hacer lo que amas.
- Solo debes casarte si así lo deseas.
- Solo debes tener hijos si deseas hacerlo.
- No tienes que tener una casa antes de tal edad… De hecho le puedes dar prioridad a lo que quieras que no sea una casa.
- Si a ti te gusta como te queda, ya es suficiente.
- La pareja que te conviene es con la que puedes compartir tu felicidad.
- No es necesario ser aceptado por todos.
- Pero sí es necesario que tú te aceptes y te ames.
No te llenes de complejos, el eliminarlos o el no fomentarlos, solo va a depender de cuánto te ames, cuánto te aceptes y qué tan claro esté para ti que la idea de la vida es aprovechar cada oportunidad para engrandecer nuestra alma… Y ella no se engrandece con dinero, ni con medidas perfectas, ni con una pareja ideal, ni con cuentas bancarias numerosas. Nuestra alma se engrandece cuando acumulamos momentos, cuando nos dedicamos a ser felices, cuando saboreamos lo que nos gusta y amamos libremente.
No escuches más a quienes quieren regir tu vida… Escucha a tu corazón y asegúrate de acumular momentos especiales, que será lo que te llevarás grabado en el alma.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com