Estos son los riesgos que corres al ser demasiado complaciente
Quizás intentas ser complaciente con todos, piensas siempre en satisfacer los deseos de otros por encima de los tuyos. Sientes miedo al rechazo, al conflicto y al abandono si estableces límites. Buscas de una u otra forma agradar a los demás, y en parte no está mal cuando se quiere generar alguna relación afectuosa, sin embargo, debes tener cuidado si lo haces de manera excesiva, ya que puedes dañarte así mismo.
El ser complaciente no es nada sano, créeme. Debemos preguntarnos qué hay detrás de nuestras acciones y por qué decidimos hacer determinada cosa. De igual manera debemos atravesar el miedo y ser muy transparentes respecto a nuestras necesidades personales y sobre todo saber escucharnos.
Cuando existe mucha complacencia en cualquier relación pensamos en los demás todo el tiempo, sin pensar en qué consecuencia o daño podría traernos esa actitud. En toda relación debe existir una balanza.
Estos son los riesgos que corres al ser muy complaciente
La complacencia se puede originar en la infancia, y puede verse reflejada en la adultez. Las personas bastante complacientes son así por la manera en que fueron criadas, más que todo cuando provienen de familias muy autoritarias.
Si te consideras una persona muy complaciente, estás propenso a correr estos riesgos:
1- Antepones las necesidades de los demás antes que las tuyas:
Puede que te sientas bastante identificado con este punto, y es porque te da miedo establecer límites. Por eso siempre buscas la manera de que la otra persona se sienta bien, no importando el cómo te puedas sentir tú.
Sientes temor de que la otra persona se vaya a sentir ofendida o se vaya a alejar y se termine la relación porque crees que la misma funciona a base de esa complacencia y está mal, muy mal. No puedes llegar a complacer a tu pareja o a las personas que te rodean en todo, también eres un ser humano que siente y que tiene derecho a establecer límites, decir que le gusta y que no, emitir una opinión. En una relación debe existir mucha equidad, es un “dar” y un “recibir”. Así que no temas decir que no, establece tus límites.
2- Evitas que el otro sufra:
Las personas complacientes por lo general evitan que el otro sufra. Por eso siempre están dispuestas hacer todo lo que se les pide y muchas veces se anticipan, es decir, hacen las cosas antes de que se les pida. Mayormente esto sucede porque sientes miedo cómo vaya a reaccionar esa persona si te pide algo y tú se lo niegas. Por lo general, estas actitudes tienen su origen en experiencias pasadas, surgen por episodios experimentados durante la infancia.
3- Afecta tu independencia:
Por otro lado, el ser complaciente afecta nuestra personalidad, en el sentido de que afecta nuestra independencia y nuestra toma de decisiones, ya que las mismas siempre corresponden a las necesidades de otros. Es decir, que a la hora de tomar una decisión vas a pensar en los demás antes de ti.
Siempre vas a pensar en otros, ya que quieres controlar cómo los demás te puedan percibir. Por lo tanto, debes tener mucho cuidado, ya que existen personas que se aprovechan de la buena voluntad de los demás. El ser complaciente puede llegar a afectar hasta tu estado de ánimo, ya que si en algún momento sientes no haber complacido a alguien del todo, puedes sentirte frustrado y con baja autoestima.
4- Se te hace difícil expresar tus emociones:
En cuanto a este punto, reprimes tus emociones, puesto que se te dificulta un poco expresarla por temor a que la otra persona las vaya a malinterpretar y vaya a surgir un disgusto. No está bien que reprimas lo que sientes, es importante que digamos el hecho de cómo nos sentimos ante determinado acto o palabra que nos hayan dicho, ya que el no hacerlo puede ser perjudicial para nuestro cuerpo. ¡Desahoga tus emociones!… Hablar de lo que te duele ayuda a cicatrizar.
5- Sientes mucha incomodidad cuando los demás se enojan:
Por lo general, cuando los demás se disgustan te sientes bastante incómodo y sientes que debes disculparte por todo lo que haces independientemente que sea bueno o malo. Si bien es cierto, es necesario disculparnos cuando herimos o lastimamos a alguien, pero si la otra persona es de esas que se molesta por todo, es decir, se molesta si emites una opinión, o un consejo, no debes sentirte incómodo.
Para concluir, si tu intención fue darle un buen consejo para que no reincidiera en un determinado error o mala actitud, ¿por qué pedir disculpas? a menos que se lo hayas dicho de mala manera, pero de lo contrario no debes sentirte mal ni disculparte. En su momento se le pasará el enojo y es tu oportunidad para hacerle saber que debe tomar una actitud humilde al recibir una crítica constructiva o un consejo provechoso.
Y bien, eso fue todo por hoy. Me despido no sin antes recordarte que aquí, en reencontrate.com, cuentas con diversos talleres y cursos orientados a tu crecimiento personal y espiritual. No dudes en suscribirte a ellos y sácales el mayor provecho posible.
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Por: Sarai Romero ∼ reencontrate.com