La gran diferencia entre el síntoma y la enfermedad

La gran diferencia entre el síntoma y la enfermedad
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Nuestro cuerpo se expresa cuando debe hacerlo, muestra síntomas que muchas veces resultan molestos para nosotros, tanto que a veces nos impiden realizar nuestras actividades cotidianas. Los síntomas pueden ser leves como un ligero dolor de cabeza o cierta pesadez o realmente intensos como un sangrado duodenal que nos hace contemplar por diversas vías sangre en el inodoro.

Normalmente cuando los síntomas se agravan, las personas atemorizadas, acuden al médico, necesitan un diagnóstico, a lo que normalmente el especialista de salud, con suerte habrá tenido casos similares y le indicará el nombre de su padecimiento físico, corroborando los síntomas y normalmente invadiendo al cuerpo para que hable más de lo que lo está haciendo, el el procedimiento está especificado un tratamiento, que se encargará de liberarnos de los síntomas.

Pero no nos damos cuenta de que la enfermedad no es ésa que sale en el informe médico, la verdadera enfermedad es algo que tiene que ver con nosotros de forma esencial, con cómo estamos llevando nuestra vida, con nuestras emociones, con la inversión de nuestro tiempo, con  cómo llevamos nuestras relaciones, con los límites que somos incapaces de establecer…

Y la noticia es que no hay un tratamiento que vendan en una farmacia que erradique esa enfermedad. Podemos callar y dormir todos los síntomas, pero si la fuente sigue allí, nuestro cuerpo se encargará de manifestarse de otras maneras, algunas más y más fuertes. Buscará llamar nuestra atención hasta que se la demos.

Nuestros síntomas no buscan encadenarnos a un tratamiento médico, mucho menos que mutilemos nuestro cuerpo. Ellos no pretenden ser amados, porque son molestos, pero pretenden que entendamos su fin, que no es otro que generar cambios… No de pastillas, no de hospitales, no de opiniones médicas, cambios en nuestra manera de ver y llevar la vida.

Si solo sé preocuparme, si vivo para otros, si no reconozco mis sueños, si no me atiendo, si no dedico tiempo para mí, para hacer lo que me gusta, si me creo poco merecedor de todo, si me siento una víctima de la vida, si me cuesta expresarme, mi cuerpo se va a manifestar y para callar al síntoma, debo erradicar el problema, eso no lo voy a lograr con una consulta médica, ni con una receta.

Si he enfermado y quiero sanar, tengo que comenzar por cambiar lo que me ha llevado a donde estoy, tengo que empezar por amarme y respetarme, por cuidar mi cuerpo, por dedicarme a lo que me gusta, por alejarme de las personas que he permitido que me hagan daño o al menos establecer límites diferentes, debo aprender a expresar lo que siento… En especial debo adoptar la actitud de preferir ser feliz a pesar de cualquier circunstancia.

Mi mente jugará el rol más importante ante cualquier enfermedad, más que las medicinas, reprogramarla será la base de un proceso de sanación real. Cosas importantes:
  • No importa cómo te estés sintiendo ahora, piénsate sano e imagínate haciendo todo lo que el estado salud actual pueda estar limitando.
  • Medita al menos 15 minutos al día, si no sabes cómo te invito a buscar información al respecto.
  • No estés en guerra con la enfermedad, entiende que es tu creación, pero no es una mala creación, es la que elegiste inconscientemente para procurar cambios.
  • Deja de buscar en Internet información asociada a tu cuadro clínico.
  • Come lo más fresco posible, evita la comida procesada y si es posible evita la ingesta de carnes. Come frutas, cereales, granos, etc.
  • Toma mucha agua.
  • Descansa lo suficiente.

Y lo más importante: Confía en la sabiduría de tu cuerpo, él sabe exactamente lo que debe hacer para sanar… Tu cuerpo tiene la información resultante de miles de años, muchos más que la medicina moderna. Solo permítele retomar la armonía ayudándolo con un nuevo estilo de vida.

No duermas tus síntomas, despierta tú y ellos se marcharán.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo