La coherencia: la importancia de vivir en armonía con uno mismo
Una palabra que dijimos, un acto que puede ir en contra de la opinión general o lo que otros esperan de nosotros y, de repente, nos sentimos bien, en coherencia con nosotros mismos.
¿Pero qué sostiene este estado de armonía? Los investigadores han tratado de comprender las consecuencias psicológicas de vivir de acuerdo o en desacuerdo con uno mismo.
¿Qué es la coherencia con uno mismo?
Veámoslo con una anécdota. Cuando le respondió a su jefe que no había duda de que ella tomaba nota meticulosamente de la “negligencia” de su colega, María Elisa, de 42 años, sabía muy bien que sufriría represalias si no colaboraba. Suficientemente discreta para pasar desapercibida a los ojos de otros, pero lo suficientemente enfocada como para complicar su vida cotidiana en la firma de contadores en la que ya tenía doce años.
Cuando le dije a mi jefe: No cuentes conmigo, no puedo delatar a mi compañera, mi voz temblaba. Sin embargo, me mantuve firme, incluso cuando él agregó: creí que te conocía… en un tono de gran decepción. No estimaba especialmente a mi colega, y mi jefe debía estar muy sorprendido. Pero para mí era una cuestión de principios. Un año después, el orgullo aún brilla en los ojos de María Elisa: “Puedo mirarme a la cara, ¡y eso es lo que importa!”.
Esta es una imagen que ilustra bien el concepto de vivir en coherencia con uno mismo: expresa esa sensación de bienestar de actuar de acuerdo con los valores personales. Seguramente, la coherencia con uno mismo tiene que ver con la capacidad de resistir, afirmarse y actuar de acuerdo con lo que consideramos correcto y bueno para nosotros… y para los demás.
Ser uno mismo: una labor diaria
No delates, no traiciones, no rehuyas la responsabilidad, ayuda a alguien que lo necesita… Estos son algunos de los valores esenciales que nos ayudan a sentirnos bien cuando los respetamos. Desde el punto de vista psicológico, estos son ideales o valores morales que hemos elegido más o menos conscientemente para sentirnos bien en el mundo.
Estos ideales varían de persona a persona, pero siempre giran en torno a la confiabilidad, la lealtad a nuestras ideas, a nuestros amigos, a nuestros amores. No es suficiente tener una conciencia moral o una voluntad de acero para defenderlos y afirmarlos. También es necesario tener suficientes recursos psicoafectivos para apoyar y expresar el deseo más profundo de uno.
“Estar en armonía con uno mismo requiere, ante todo, ser uno mismo”, recuerda Moussa Nabati, psicoanalista y psicoterapeuta, autor de La felicidad de ser uno mismo. Ahora, ser uno mismo supone que uno tiene la capacidad de desear, de pensar, de hablar en nombre propio, a esto se le llama ser autónomo. Esto significa saber cómo decir “no”, cómo no engancharse con las expectativas y proyecciones que los demás tienen con respecto a nosotros, y no estar sujeto a normas colectivas, sociales y culturales.
Autonomía para la libertad de ser uno mismo
“La autonomía psíquica se adquiere a lo largo de la infancia y la adolescencia”, plantea Nabati. Implica, además, crecer en un clima de amor y ley, donde los padres aman y respetan al niño en su singularidad, mientras establecen límites. Esta doble condición le permite al niño “identificarse” con seguridad: puede familiarizarse gradualmente con él mismo, por lo tanto con su deseo, sin censurar, sentirse culpable o ponerse en peligro. Diariamente, dejarlo elegir su ropa, respetar sus gustos y disgustos de la comida, solicitar su opinión, no burlarse de sus iniciativas, estar atento a sus emociones y sus necesidades son todas formas de reconocerlo como un sujeto.
Así, más tarde, el adulto no dependerá del deseo de los demás, tomará decisiones que cree que serán adecuadas para él, tomará una postura sin buscar la validación de otros y no huirá del conflicto.
Un movimiento permanente
En ambos casos, el acuerdo con uno mismo solo se puede encontrar identificando con qué no nos sentimos bien. Cuando uno se siente amordazado, cortado en dos, constantemente desgarrado entre el deseo y el rechazo, es que vive una lucha agotadora entre su niño interior, asustado, culpable, perdido y el adulto que quiere escapar. Para liberarse de su tiranía, es necesario aceptar el sufrimiento, identificarlo, para poder redefinirlo gradualmente.
¿La gran ilusión? Creer que vivir en armonía con uno mismo significa necesariamente vivir en armonía permanente. Es olvidar o ignorar que este acuerdo es un movimiento, no un estado. Ser uno mismo es tener la autoestima suficiente para descubrir y aceptar la complejidad a veces incómoda de nuestra humanidad, es decir, sus contradicciones internas y la ambivalencia de su deseo.
La coherencia: un camino para toda la vida
El trabajo terapéutico puede permitirnos dar nuestros primeros pasos en el camino de este autoconocimiento más allá de todas nuestras creencias y condiciones. La meta es dejar que emerjan nuestros valores esenciales.
Solo quienes decidan vivir según sus valores, sin temor a consecuencias o juicios, logran vivir la alegría interior de la coherencia. Este es un trabajo que sin duda no es de un día, ni de dos meses, sino un valor que debemos trabajar durante toda la vida.
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