No condiciones el amor hacia tus hijos por sus éxitos o fracasos

No condiciones el amor hacia tus hijos por sus éxitos o fracasos
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La función de los padres con los hijos es de vital importancia para lo que será la vida de cada una de esas personas. Si nos ponemos a ver cómo entrenan normalmente a los perritos, nos daremos cuenta que el sistema de crianzas no es tan diferente a como se domestica a un animalito.

Premios y castigos

Vamos con los niños premiando sus logros y castigando sus fracasos, haciéndoles ver con claridad qué es lo que esperamos de ellos y cómo pretendemos que sea su comportamiento. De alguna manera les hacemos sentir que los queremos más si hacen las cosas que satisfacen nuestras expectativas y los queremos menos si se alejan de esas pautas que de alguna manera les vamos dictando.

En este proceso de premios y castigos en donde el amor parece dosificarse, los niños crecen con la sensación de que para ser y sentirse amados, deben ajustarse a lo que los demás esperan de ellos. Entendamos por favor la cantidad de conflictos que puede generar esa creencia en la vida de alguien y veamos por qué tenemos esta manera de amar tan condicionada, dónde se origina ese miedo al relacionarnos y desde cuál momento comenzamos a sacrificar el ser nosotros mismos para ganarnos el amor de nuestras personas importantes.

Sentir y demostrar

Sabemos que es muy raro dejar de amar a un hijo por su comportamiento. Pero más allá de lo que sintamos, está lo que demostramos, que  a los efectos de quien lo recibe, es incluso más importante de lo que podemos estar sintiendo.

Nosotros somos los adultos, debemos aprender a dejar claras ciertas cosas. Es necesario que dentro de la colocación de límites que consideremos adecuados dentro de la crianza, por protección, adaptación o integración, tengamos presente que la desviación de lo esperado, a pesar de la molestia o frustración que nos pueda generar.

Debemos aclarar que estamos molestos, que estamos tristes, que quizás podemos sentir algún tipo de decepción, pero que el amor en todo caso permanece intacto y representa nuestro motor principal cuando intentamos levantar los pilares de un ser humano en formación.

Siempre va a haber alguien que nos ame por lo que hacemos y que nos deje de amar por lo mismo. Pero los padres debemos amar por lo que son nuestros hijos, ese amor para ellos debe estar garantizado. Eso no los hará malas personas, por el contrario, los hará sentirse seguros y sacar lo mejor de ellos. Los ayudará a confiar en ellos mismos, a tener criterio propio y a sentir que no tienen que complacer a nadie para sentirse amados.

El amor siempre suma

El amor no debe ser directamente proporcional a lo que consideramos éxito, o inversamente proporcional a lo que consideramos fracaso. No vamos restando amor por desobedecernos, por no practicar algún deporte, por retirarse de alguna actividad que soñamos con que terminara, por responder mejor o comer adecuadamente… Pero algunas veces la frustración, la nuestra, la reflejamos como si amáramos menos y ello solo daña al niño.

Mientras un niño se sienta más amado, más cuidado, más respetado siendo quien realmente es, tendrá más libertad de perseguir sus sueños. No se relacionará con los demás desde el temor. Ni se pasará la vida colocando como prioridad el llenar las expectativas que los demás tienen de él. Una persona que se siente libre, aprende a amar a los demás otorgándole también su espacio de desarrollo.

Analicemos cómo estamos criando a nuestros hijos, cómo de alguna manera fuimos criados nosotros y veamos las consecuencias que podemos asociar con el esquema de crianza recibido.

Los padres autoritarios, los padres castrantes, los que son extremadamente exigentes, son los que llevan la bandera en amar de manera condicionada y lo triste es que se les asocia con generar “individuos de bien”. Que a fin de cuentas son personas arrastrando mil heridas y con miedos profundos al abandono, al fracaso y al no estar a la altura de lo que se espera de ellos… Normalmente viviendo vidas que se ven bien, pero se sienten muy tristes.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo