Las palabras y los silencios, a veces dañan más que los golpes

Las palabras y los silencios, a veces dañan más que los golpes
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Ningún tipo de violencia o de maltrato debe tener cabida en la vida de alguien, ni para propinarlo, ni para recibirlo. A veces hay delgadas líneas que separan la gravedad del maltrato, si hay sangre, si hay moretones, si existe la evidencia de algún golpe, la situación parece ser peor. Las autoridades pueden ser más efectivas atendiendo casos en donde la violencia ha dejado marcas visibles.

Sin embargo, los daños que generan las palabras, los silencios, también pueden ser devastadores. Con el agravante de que no resulta fácilmente demostrable ante terceros. De cualquier manera, más allá de las ejecuciones y complicaciones legales que pueda tener cualquier caso de maltrato, está la persona que está allí, desintegrándose cada día, muchas veces sin saber qué hacer, cómo pedir ayuda e inclusive sin tener muy claro si merece o no lo que está recibiendo.

La mayoría de los maltratos físicos, comienzan con maltratos psicológicos y no bastando con la destrucción moral que han generado en alguien, se busca el sometimiento a través de la agresión física.

El maltrato empeora con el tiempo

El maltrato no va nunca a menos, salvo en los casos en donde se busca una solución al caso de manera oportuna y cuando aún no hay mayores pérdidas que lamentar. Todo comienza de manera sutil, quizás dentro de una broma, en donde hay algo de ofensa, pero en medio de una jocosa envoltura. Luego la necesidad de maltratar se va haciendo más presente y si la otra persona, la que está recibiendo el ataque, no es capaz de darse cuenta de lo que está pasando, la situación ira de mal en peor.

Normalmente a alguien no lo maltratan en la primera cita, ni al poco tiempo de iniciar una relación… El maltrato se va mostrando de a poco, se va asomando, va tomando terreno, hasta que está perfectamente instalado, destruyendo todo a su paso. Si a alguien lo maltrataran en la primera cita, su autoestima debe estar bastante deteriorada como para no cortar desde un principio… No significa que luego no lo esté, sin embargo, solemos justificar muchas cosas por amor y a veces nos resistimos a ver lo que está justo en frente de nuestras narices.

Muchas veces las personas maltratadas, solo lo perciben cuando alguien que está viendo las cosas desde afuera, les alerta… Y normalmente ese alguien solo está viendo la punta del iceberg, porque si algo tienen los maltratadores es que saben enmascarar muy bien su facilidad para maltratar.

El efecto psicológico del maltrato

La persona maltratada psicológicamente va haciéndose más chica e indefensa ante su agresor, a medida que el maltrato aumenta, más se quiebra la auto imagen. Incluso llegando a pensar que no merecen nada mejor.

Una persona maltratada tiene un perfil de víctima, que no le favorece, no importa quien esté del otro lado, si algo no cambia en el interior, se volverán a atraer perfiles maltratadores. Evidentemente hay que tratar lo inmediato, hay que poner fin a las situaciones que involucren maltrato o violencia de cualquier tipo. Pero en paralelo la persona maltratada debe hacer un trabajo interno, en donde se reconcilie con la vida y espere más de ella.

Como nos tratamos a nosotros mismos es crucial al momento de decidir e incluso de atraer a quienes van a estar a nuestro lado. El amor propio es la mayor defensa, la mayor protección, el mejor repelente. Pero si en nosotros hay una víctima, siempre vamos a generar un victimario… Y no, esto no es para generar más culpa, es para entender lo vital de reconectarnos con nosotros y tener una idea diferente y honesta de lo que sentimos merecer.

No vinimos a ser maltratados, nadie tiene el derecho de maltratar a otro, por el contrario, vinimos a ser amados y ese amor, siempre, siempre, comienza y termina en el amor propio, pasando por el resto nuestras relaciones.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.com


Sara Espejo