No conoces a ninguna persona por accidente
Me encanta creer que todos nuestros encuentros están pactados, desde una persona con la que solo cruzo la mirada, hasta aquella con la que comparto la vida. En mi creencia de que somos seres espirituales que vinieron a sentir, a expandirse, a vivir encarnados, todo encaja a la perfección y cada relación por fugaz que sea, me hace sacarle el mayor provecho.
Me imagino a mi alma pactando con esa otra alma, diciéndole a mí me gustaría experimentar tal cosa y ella dándome ideas de cómo me ayudará para que obtenga la plenitud de mi experiencia… Por eso cuando veo a alguien a los ojos, trato de mirar su alma y obtener pistas de para qué esa persona está en mi vida, cumpliendo a su vez el plan de su alma, quizás yo deba hacer algo trascendental por ella o quizás no…
Ninguna persona llega a nosotros de manera aleatoria
Obviamente no voy a obtener respuestas a mis interrogantes, pero sin duda aprecio de manera especial a cada persona que se cruza en mi camino, porque sé que no lo hecho de manera aleatoria, algo nos damos, algo intercambiamos que hace que la vida sin ese instante no trascurra de la misma manera.
Esto me hace sacar conclusiones de ciertos tipos de relaciones que incluso quisiera evitar o desaparecer, pero viéndolo desde este enfoque, me hacen preguntarme, ¿qué está aportándome esta persona?, ¿cómo me está moviendo?, ¿qué me está enseñando?, ¿qué me muestra de mí?, ¿cómo o qué estoy aportando en esa interacción o relación?…
Y así voy tratando de desenredar la bola de estambre, tratando de no desperdiciar nada de lo que vivo, tratando de mirar más allá de lo evidente, haciendo que cada momento cuente. Porque cada vez que entramos en consciencia que el otro es un alma viviendo su experiencia vital, sentimos, al menos en mi caso es así, una profunda conexión, una gran empatía, que solo inspira poder hacer lo mejor que podamos por esa persona.
Un mundo diferente
Y ¿qué sería de la vida si todos pudiésemos tener esos momentos de poco convencional lucidez? Creo que viviríamos en mundo mucho más noble, más empático, sin tanta competencia y rivalidad, pensando que no somos tan distintos unos de otros… pensando que podemos no tenemos más que hacer que honrar nuestros vínculos, todos ellos, incluso los que nos sacan de nuestras casillas, porque quizás detrás de todo eso hay un gran plan.
Mira a tu alrededor, entiende que nadie ha llegado a tu vida por casualidad y entiende que lo mejor es disfrutar de todas nuestras relaciones, sabiendo que hay algo detrás buscando que experimentemos lo que en algún momento nos propusimos, aun cuando no lo podamos traer a nuestra memoria.
Agradece cada presencia, cada aporte, cada gesto y mira como cada persona que llega a tu vida, te deja algo, un aprendizaje, una sonrisa, una visión de vida, un pensamiento, una idea, una experiencia… Y ¿cómo no valorar esto? Si vamos creciendo y transformándonos a través de las personas que tocan nuestras vidas, si incluso nos conocemos a través de nuestro reflejo en el otro.
Somos lo que somos en gran parte por las personas con las que nos relacionamos, en mayor o menor medida y cada acción derivada de nuestra relación tiene un efecto en nosotros. Pero si tomamos las cosas desde el amor que somos, solo podemos irnos con el alma cargada, con los únicos elementos que la engrandecen: el amor que damos y el amor que recibimos.
Aprendamos a reconocernos en el otro y a entender que a fin de cuentas, todos simplemente somos uno.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com