A veces el costo de ser nosotros mismos, es la decepción de quienes nos rodean
Cada quien debe tener la libertad de descubrirse a sí mismo, debajo de tantas cosas impuestas y adaptadas, y mostrarse al mundo tal cual es. Esto es un trabajo complejo, que amerita el dedicarse tiempo, el escucharse, el entenderse, el aceptarse y el perdonarse. Pero es sencillamente mágico, el llegar a saber quiénes somos en realidad, descubrirnos a nosotros mismos y poder proyectarlo al mundo.
Evidentemente que a todos nos gustaría ser aceptados, sin tener que colocarnos un máscara o pretender ser alguien diferente a quienes somos. Pero el mundo está lleno de patrones que nos invitan continuamente a encajar y muchas veces el querer romper ese molde, trae en quienes nos rodean una cuota de decepción.
-Ser hermoso significa ser tú mismo. No necesitas ser aceptado por otros. Necesitas ser aceptado por ti mismo.-Thich Nhat Hanh.
Esto se produce justamente porque cada quien tiene estructurado en su mente lo que espera de otra persona y mientras más cercano es el vínculo, más cuesta eliminar las expectativas.
Aceptar es también una demostración de amor
EL permitir a cada quien ser cómo es, aun cuando en nuestra mente está que esa persona debe ser de una forma u otra, o tiene talento para desempeñarse en algo, o quizás sería un maravilloso padre o un músico extraordinario, por colocar algunos ejemplos, resulta una muestra de amor y de respeto.
Cada uno vive un proceso particular, que lo mínimo que merece es respeto. Si de verdad queremos a alguien tenemos que respetarlo y apreciarlo como es, no por lo que nos gustaría que fuese.
-Ser tú mismo en un mundo que constantemente intenta hacer de ti algo más es el mayor logro.- Ralph Waldo Emerson.
Evidentemente hay elementos particulares que tienen posibilidades de dañarnos cuando están presentes en quienes queremos. En estos casos, es conveniente la aclaratoria y que exista una decisión que satisfaga ambos lados.
Por ejemplo: Si en una pareja, uno de los dos no se siente bien asumiendo el rol de padre o madre, mientras que el otro sí quiere tener hijos, existe la posibilidad de plantear una ruptura o quizás llegar a determinados acuerdos, porque la decisión de no ser padre está afectando de manera directa al otro.
Para diferenciar cuándo realmente nos afecta la resolución de otro y cuando nos afecta por capricho, pongamos otro ejemplo: nuestro hijo no quiere estudiar en la universidad, sino dedicarse a alguna actividad distinta que le llame la atención. Esto puede no cumplir con lo que deseamos para él, pero no debe afectarnos de manera directa y no debería ser causa de decepción o conflicto.
Entendamos que cada quien tiene su vida y va dando pasos que nos acercan o nos alejan de ella, dependiendo de las diversas capacidades de adaptación.
No nos sintamos mal por decepcionar a otros
Si el motivo de la decepción es ser quienes somos, no tenemos nada de qué avergonzarnos. Por el contrario, tenemos que sentirnos orgullosos de habernos descubierto, de saber qué queremos y de tener la disposición de ir tras ello, aun cuando el costo sea decepcionar a quienes nos rodean.
A la única persona que nos debe preocupar decepcionar, es a nosotros mismos. Si somos fieles a lo que sentimos, si podemos escuchar nuestro corazón y prestarle atención escuchando tantas voces a la vez, de seguro estaremos transitando por el camino que nos llevará a sentirnos bien con nosotros mismos, orgullosos de cada paso y tranquilos por habernos elegido a nosotros, cuando teníamos tantas expectativas que cumplir.
-Planta tu propio jardín y decora tu propia alma, en lugar de esperar que alguien te traiga flores.-Veronica A. Shoffstall.
Por: Sar Espejo – Reencotnrate.com