La felicidad no depende del dinero que se tenga

La felicidad no depende del dinero que se tenga
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Debes dejar de confundir el precio con el valor. Existen muchísimos tesoros que no se pueden comprar con dinero… y la felicidad es uno de ellos!

No quieres ser rico, quieres ser feliz. Aunque los medios de comunicación han convencido a millones de personas de que la riqueza lleva a la felicidad, no siempre es así.

El dinero ciertamente puede ayudarte a alcanzar tus metas, proveer para tu futuro, y hacer la vida más agradable, pero el simple hecho de tener las comodidades no garantiza la satisfacción ni la plenitud.

¿Cómo el dinero afecta a la felicidad?

La gran pregunta es: “¿Puede el dinero comprar la felicidad?” Realmente no existe una respuesta sencilla.

“Parece natural suponer que los ricos serán más felices que los demás, pero el dinero es sólo una parte de la riqueza psicológica, así que el panorama es complicado”. (Ed Diener and Robert Biswas)

Hay una fuerte correlación entre la riqueza y la felicidad. Nos han convencido de que la gente y las naciones ricas son más felices que sus homólogos pobres, pero esa afirmación está en duda.

Las personas han notado que el impacto del dinero en la felicidad no es tan grande como se podría pensar.

Si tienes ropa que ponerte, comida que comer y un techo sobre tu cabeza, cualquier aumento de ingresos sólo tiene una pequeña influencia en tu sentido del bienestar.

Antes del estallido de la crisis económica, la fijación por el consumo había llegado a tal nivel, que muchas personas se endeudaron de por vida para adquirir cosas que no necesitaban y que les procuraban poca o ninguna felicidad.

Ahora que el desempleo y la recesión invaden nuestras vidas, nos hemos tenido que adaptar a vivir con menos.

En uno de los cuentos más populares de León Tolstoi, tras buscar por todo Moscú a un hombre realmente feliz, cuya camisa constituía la última esperanza para curar al zar, se descubre que esa persona genuinamente feliz era tan pobre… que ni siquiera tenía camisa.

Esta luminosa fábula nos recuerda la Regla que San Agustín daba a los monjes: “No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita”.

Un reciente artículo en el Journal of Consumer Research mostró que, en general, nuestra alegría por las compras materiales se desvanece más rápidamente que por las compras “experienciales”.

Los bienes materiales se deterioran: El día después de que compras algo, normalmente vale menos de lo que pagaste por él. Las experiencias, en cambio, se valoran cada día más: Tus recuerdos de las cosas que haces, las vacaciones que tomas, los conciertos a los que vas, etc,  se vuelven más agradables con el tiempo porque tiendes a recordar lo positivo y a olvidar lo negativo.

Maneras de ser feliz sin dinero:

1.- Aprecia las pequeñas cosas:

Las consultas de los terapeutas están llenas de pacientes que, como el zar del cuento, pese a acumular bienes materiales tienen la sensación permanente de que les falta algo.

Tratan de llenar ese vacío con adquisiciones que, una vez conseguidas, pierden de inmediato su valor e impulsan al individuo hacia nuevos deseos.

En una encuesta realizada entre personas mayores, la mayoría afirmaron que lo más valioso que poseían era la familia, los amigos y una misión vital, en ese orden. En muy pocos casos mencionaron posesiones como una finca, un coche o sus ahorros.

El secreto de las personas de cierta edad, cuya vitalidad parece no tener límites, es la sencillez. Siguen rituales saludables y gozan de buen humor porque han aprendido a valorar las cosas pequeñas, en especial aquellas que no cuestan dinero.

Algunos de estos regalos valiosos a nuestro alcance son:
  • Apreciar el cambio de las estaciones ante un campo florido en primavera, una playa a principios de verano o un paisaje nevado.
  • Disfrutar de la salida del sol o del crepúsculo.
  • Tumbarse bajo el firmamento para contemplar el universo.
  • Compartir una conversación con amigos.
  • Sentir con todo nuestro ser: acariciar, abrazar…
  • Observar los juegos de los niños y contagiarse de su entusiasmo y curiosidad permanentes.
  • Entregarse al sueño tras una larga jornada que hemos llenado de emociones y de sentido.
  • Jugar con tu mascota.

Ninguna de estas actividades requiere inversión económica, y no solemos reconocer su valor hasta que por algún motivo no podemos disfrutar de ellos.

El enfermo ingresado en el hospital no echa de menos su coche, la segunda residencia o un costoso traje que descansa en el armario. Si le preguntamos, nos dirá que anhela pasear al aire libre, sentir el calor del sol o ser sorprendido por un aguacero, reír con amigos y familiares, compartir mesa o juegos. En resumidas cuentas: vivir.

2.- Renunciar a lo que te sobra:

Aparigraha es un término de la lengua sánscrita que designa la ausencia de codicia. La práctica del aparigraha consiste en descubrir lo que realmente se necesita y desprenderse de lo restante.

Puede implicar la renuncia tanto a posesiones materiales como a otras de índole psicológica, en especial los apegos, los prejuicios hacia los demás y las ideas preconcebidas.

Epicuro, el filósofo griego, distinguía entre deseos naturales y necesarios (hallar alimento y abrigo), los deseos que nutren el alma (sexo, conversación, artes) y los deseos antinaturales e innecesarios (fama, poder, riquezas) que suponen una carga.

3.- Define tu barrera de lo suficiente:

A partir del punto en que tenemos lo que necesitamos, cualquier nueva adquisición tal vez pueda empeorar y complicar la vida en vez de mejorarla.

“En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no para satisfacer la avaricia de algunos”. Gandhi 

Muchos profesionales entregados a la febril tarea de amasar dinero suelen quejarse de que no tienen tiempo para disfrutarlo. Y lo más dramático es que para engrosar sus arcas emplean la única divisa que no puede reponerse: el tiempo.

Nadie nos devolverá las horas, días y años que dediquemos a aquello que no nos gusta para comprar cosas que, en el fondo, no necesitamos.

“Alguna vez toda la humanidad vivió sin dinero. De hecho, algunas sociedades todavía lo hacen. No podemos continuar con el sistema de acumulación infinita en un planeta finito”. Mark Boyle

4.- Valora tu tiempo:

Unos años antes de su muerte, Steve Jobs afirmó: “Mis cosas favoritas en la vida no cuestan dinero. Está claro que el recurso más precioso que tiene cualquier persona es el tiempo”.

Hasta que no vemos nuestro final, no valoramos lo que hacemos con nuestro tiempo. Dando por supuesto que toda persona invertirá ocho horas en dormir y, con suerte, ocho para trabajar, la gran pregunta es ¿a qué dedicamos las ocho horas restantes?

Ese tercio tampoco puede etiquetarse como tiempo libre, ya que necesitamos dedicar muchas horas a obligaciones domésticas y familiares. Lo que marca la diferencia es la manera en la que llevamos a cabo estas actividades, que de ser rutinarias pueden pasar a ser un tiempo de calidad para el espíritu.

Algunos ejemplos de tareas cotidianas que pueden procurarnos la felicidad:
  • Saludar y agradecer el nuevo día.
  • Celebrar cada jornada como si hubiéramos renacido, con la misión de extraer todo su jugo para honrar el regalo recibido.
  • Compartir el desayuno y/o la cena con nuestros seres queridos desde la gratitud de poder nutrirnos de los alimentos y de la compañía de los demás.
  • Realizar las labores domésticas como un monje zen.
  • Tareas repetitivas como lavar platos o pelar patatas, por ejemplo, son una oportunidad para entrenar nuestra atención como una forma más de meditar.
  • Escuchar a los demás de manera sincera y con el propósito de serles útiles o, como mínimo, de no ser un impedimento para su felicidad.

Tener la excelencia como objetivo. Incluso si el ambiente laboral es malo, la única forma de disfrutar del trabajo es verlo como una oportunidad para superarnos.

Al afrontar cada jornada con alegría y desafío, descubriremos la felicidad de ir descubriendo las cosas que no se pueden comprar con dinero, pero que constituyen el corazón de una vida con verdadero sentido.

Por: Loubna Hatem ∼ Reencontrate.com


Loubna Hatem

Ingeniero Civil. Redactora digital SEO.