Expresa tus emociones negativas de forma inteligente
Expresar libremente nuestras emociones negativas pareciera ser un tabú. Como algo que no deberíamos hacer y que tendríamos que mantener bajo control. Nuestras emociones son una parte esencial de nuestra vida. Sin embargo, a menudo somos mucho mejores para compartir esas emociones que percibimos como positivas; alegría, emoción, entusiasmo, que compartir emociones percibidas como negativas; ansiedad, miedo, enojo, tristeza.
Las emociones parecen ser una fuerza misteriosa: pueden hacernos estallar de pasión, retroceder por miedo a algo inofensivo, llenarnos de alegría y satisfacción, o quitarnos la energía para vivir.
Sin embargo, las emociones tienen una explicación, y pueden entenderse, gestionarse y transformarse en una dirección positiva, de modo que contribuyan a una vida más significativa, más productiva y más plena.
Es válido expresar tus emociones negativas de forma asertiva
Lo importante es entender lo positivo que resulta manifestar nuestras emociones negativas, bien sea para poner un punto y final a una situación que nos incomoda, o para simplemente decir “basta”, frente a personas que sentimos abusadoras.
Es necesario desarrollar la capacidad de comprender nuestras emociones, gestionarlas y transformarlas en las acciones más beneficiosas para nuestra vida, así como la capacidad de empatizar y establecer buenas relaciones con los demás y saber expresar emociones de manera asertiva.
Sabemos que vivimos en un mundo donde nos han enseñado que existen “emociones buenas” y “emociones malas”. Esto nos limita ante el hecho de sentir lo que sentimos, creyéndonos culpables por tener esos sentimientos de rabia, ira o rencor.
Las emociones son a menudo involuntarias o innatas, ya que no se eligen voluntariamente; se producen en la parte más primitiva de nuestro cerebro, en el sistema límbico. Las emociones son expresiones de nuestro origen animal y están formadas por miles de experiencias de la vida (tanto buenas como malas).
La triste cultura de las emociones
Desafortunadamente, nuestra cultura no nos anima a hablar o estudiar sobre las emociones. En la escuela, el objetivo es obtener calificaciones altas o ingresar al curso más deseado. En el trabajo, solo exigimos resultados para la gestión. Muchas personas han aprendido a silenciar u ocultar lo que sienten o anhelan, como si mostrar vulnerabilidad o miedo fuera un pecado o un fracaso grave.
Las pasiones estancadas terminan abrumadas y los sentimientos, encerrados dentro de la cordura, van perdiendo capacidad para manejar o controlar las emociones… ¡Hasta que estallan!
Cuando estamos desconectados de las emociones, nos volvemos insensibles o miopes de lo que es importante hacer o lograr. En las redes sociales parece que solo hay espacio para fotografías de personas sonrientes y exitosas. Crecemos sin valorar o comprender nuestro funcionamiento emocional, y manejamos las emociones de la peor manera.
La no aceptación de nuestras emociones, sean las que sean, nos hace caer en frases tóxicas como “tienes que ser fuerte” o “un hombre no llora, tienes que ser un luchador”, cuando en la práctica debemos expresar lo que sentimos porque si no, explotaremos y será peor.
Desahogarse con alguien de confianza y aceptar totalmente las emociones más o menos agradables, (todas tienen una función importante) nos ayudará enormemente. Ese trabajo de la auto-aceptación, nos guiará por el camino más fácil y efectivo.
Por lo tanto, como seres emocionales, tenemos una necesidad innata de conectarnos con los demás, de ser entendidos y aceptados emocionalmente y dejar que la paleta de emociones que traemos involuntariamente, se exprese y se convierta en acciones constructivas, como establecer relaciones positivas con las personas u ocupar tiempo con actividades que nos llenan emocionalmente (en lugar del tiempo que pasamos con personas o cosas sin sentido).
Inteligencia emocional al rescate
En este tema, la inteligencia emocional es clave para aprender a gestionar nuestros sentimientos y guiarlos a nuestro favor. Con ella puedes:
- Desarrollar la capacidad de percibir lo que estás sintiendo,
- Reconocer y comprender tus diferentes emociones,
- Expresar emociones de manera asertiva,
- Estar abierto a emociones agradables y desagradables por igual.
Al distinguir los diferentes sentimientos, usarás esa información para guiar el pensamiento y el comportamiento en un sentido constructivo. De igual forma, vas a adaptar las emociones para sentirte equilibrado en tu entorno y lograr objetivos o satisfacer valores personales.
Tienes todo el derecho de sentir cosas negativas, y eso está bien, pero asegúrate de expresarlas con inteligencia y asertividad.
Por ejemplo, si sientes mucha ansiedad en un día determinado, puedes reconocer que estuviste muy acelerado y tenso durante los días anteriores, y así entenderás que la angustia y la ansiedad fueron el resultado del pensamiento aprensivo durante varios días.
De este modo, en la noche buscarás relajarte, meditar, dejar fluir tus frustraciones, y al día siguiente te sentirás más desacelerado. trabajando a un ritmo más lento, tomándote varios descansos durante el día y delegando algunas tareas. Eso se llama gestionar tus emociones.
Si tus acciones y reacciones están cargadas de sensaciones que te molestan, esto te hace alguien que actúa por instinto. Si puedes actuar y reaccionar positivamente a pesar de las sensaciones incómodas, puede decirse que actúas con Inteligencia Emocional.
¿Qué sucede cuando reprimimos, ocultamos o ignoramos esas emociones que no queremos compartir?
Cada vez que intentamos suprimir nuestras emociones, podríamos tener éxito en el momento, o al menos creemos que lo hacemos. Sin embargo, lo más probable es que hayamos filtrado algunas de nuestras verdaderas emociones, y la gente pudiera sentir lo que realmente esta sucediendo. Al igual que el jugador tiene “avisos”, señales físicas inconscientes que los delatan, lo mismo se puede decir de la supresión de nuestras emociones.
La mayoría de las personas son muy buenas para notar cualquier inconsistencia entre lo que decimos verbalmente y las señales físicas que enviamos. Entonces, aunque podemos decir que no estamos tristes o enojados, si lo sentimos, lo más probable es que nuestro lenguaje corporal nos delate.
Tres pasos para transformar nuestras emociones:
No aceptar ni humanizan sentimientos y emociones que son exclusivamente humanos, está realmente mal. Las emociones necesitan ser experimentadas, aceptadas y transformadas.
Para poder racionalizar lo que es instintivo, es necesario pasar por tres etapas:
1.- Identificar:
“Identificarse” es reconocer lo que estás sintiendo. Es identificar qué emoción te está molestando, para que sepas cómo manejarla. Estás dando el nombre correcto al sentimiento: ¿es frustración? ¿Es orgullo? ¿enojo? ¿o tristeza?
2.- Expresarse:
“Expresar” significa encontrar herramientas adecuadas para manifestar las emociones de una manera saludable. Canalizar la energía que ese sentimiento despierta hacia otras actividades, como deportes, artes, meditación … La emoción amortiguada se convierte en un síntoma físico, ¡así que ten cuidado!
3.- Controlarse:
Finalmente, “Controlar” es la etapa en la que, después de haber podido identificar y nombrar el sentimiento, tener los recursos y las herramientas a mano para expresarlo de manera saludable. Ya no estás dominado por el sentimiento y las emociones, por lo que puedes dominarlo tú. Cuando controlo las emociones en lugar de ser controlado por ellas, actúo y reacciono más positivamente.
Comienza paso a paso a gestionar tus emociones y verás que la vida cambia para ti y los que te rodean.
La libertad que se obtiene al soltar y dejar fluir las cosas como son, te abre nuevos horizontes en tu forma de ver la vida.
Comprométete también a ayudar a alguien más: un hijo, un amigo, un compañero de trabajo, etc.
¡Humanízate a ti mismo y a los demás!.
Por: Loubna Hatem ∼ Reencontrate.com
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