Amo mi cuerpo, aun con sus defectos
La belleza de mi cuerpo no la determinará ningún patrón. Ningún estándar prefabricado, me hará disgustarme conmigo o con mi cuerpo, al cual tengo tanto que agradecerle. Mi cuerpo es el instrumento que elegí para vivir esta experiencia vital y solo por permitirme sentir le estoy profundamente agradecida.
Me cuido no por no subir o bajar unos kg de más… Me cuido porque quiero durar muchos años más disfrutando de esta oportunidad. Mi cuerpo funciona a la perfección y nunca quisiera ofenderlo, hacerlo sentir apenado o inapropiado.
A través de él he sentido los placeres más grandes de la vida, he disfrutado de caricias, mi paladar se ha deleitado con sabores gloriosos. He bailado, he abrazado, he amado a través de mi cuerpo… Mi cuerpo me ha permitido llevar dentro de mí al amor más grande que pude haber imaginado y traerlo a la vida… ¿Cómo podría no amar a mi cuerpo?
¿Defectos?… Solo para el título, porque sí, “no somos perfectos”, pero quién puede hablar en este caso de perfección, si todo es tan subjetivo.
La belleza está en los ojos de quien la mira
Lo que es bello para mí, no lo tiene que ser para ti. Cada quien debe aprender a amarse, a cuidarse y a respetarse. Los resultados van ligados a las intenciones. Si yo odio mi cuerpo y lo ejercito, lo opero, lo alimento de una manera particular, no habrá ni siquiera un resultado que pueda satisfacerme, porque el problema es cómo yo me veo y me siento con mi cuerpo y mientras eso pasa atraeré a personas que vean en mí aquello que yo intento ocultar o critiquen lo que yo no acepto.
Por el contrario, cuando amo a mi cuerpo y deseo mantenerlo o ubicarlo en buenas condiciones, eso me hará brillar y atraerá los ojos de quien como yo puedan amarme y aceptarme tal cual soy.
No vinimos acá a complacer los ojos de otros, menos ojos que están cargados de influencia superficial y banal. La vida es mucho más que un cuerpo perfecto, que unas medidas determinadas, que un porcentaje de grasa corporal o unas prótesis localizadas. La vida tiene mucho que darnos, que mostrarnos, pero debemos estar dispuestos a ver más allá de la fachada, no solo la nuestra, sino la de los demás.
El cuerpo perfecto, es aquel que lleva alguien feliz dentro.
Ver más allá de lo evidente
Aprendamos a ver la belleza del alma, la que no se marchita con los años, la que se transmite con la mirada. Miremos con los ojos del corazón, que ellos no se fijan en la edad, en el peso, en la raza, solo perciben la energía irradiada, la calidez, la autenticidad, la esencia…
Amo y agradezco por mi cuerpo, por mi templo, por el hogar de mi alma. No necesito la aprobación de otros, porque no busco encajar en patrones o en medidas. Me lleno de halagos, de mensajes positivos, que me hacen sentir mejor. Mi cuerpo no recibe humillaciones o maltratos, tampoco reclamos por no ajustarse a alguna idea que esté en mi mente.
Cualquier cambio que le propongo a mi cuerpo es realista, es para bien física y emocionalmente. No me comparo con nadie y reconozco que mi cuerpo es tan único como mi esencia y procuro escucharlo, a sabiendas de que sus mensajes siempre están asociados a cómo estoy llevando mi vida, a qué le estoy dando prioridad y con cuáles cristales estoy viendo mi exterior.
Mi cuerpo me indica hasta qué punto es suficiente con un pensamiento, cuándo necesito descansar, cuándo necesito cambiar, en menor o mayor medida… La relación con mi cuerpo es bidireccional, éel me cuida y yo lo cuido, él me ama y yo lo amo… Estamos juntos en esto y sin él mi experiencia no sería posible.
Cuida el trato que te das, respétate y ámate como si de la persona más importante de tu vida se tratase… De cualquier manera, así es…
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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